Toxicólogos de la U.N. identificaron efectos en la salud de los uniformados que están en contacto permanente con material particulado del ambiente.
policia de transito

La capital del país figura entre las más contaminadas del mundo. Cada año se emiten al aire unas 2.500 toneladas de PM 10 (material particulado igual o inferior a 10 micrómetros) y de PM 2,5 (igual o inferior a 2,5 micrómetros), que provienen en un 70 %, de la quema de combustibles fósiles, especialmente de fuentes móviles como buses y vehículos.

Según la Secretaría de Ambiente del Distrito, Bogotá registró en el 2013 una media anual de 48 microgramos por metro cúbico (ug/m3) de PM 10 y 27 ug/m3 de PM 2,5, lo que implicaría que en la capital se sobrepasan estos límites.

Investigadores de la U.N. realizaron un estudio para comprobar el impacto de la calidad del aire sobre los policías de tránsito que laboran ocho horas diarias en los cruces viales más congestionados de Bogotá.

Para tal fin, entrevistaron a 574 agentes, de los cuales 97 ejercían funciones administrativas en oficinas. Los demás eran uniformados operativos que trabajaban en las principales vías de Bogotá, en la terminal de transportes, en el aeropuerto y en sitios de control de emisiones de gases, entre otros.

Jesús Alejandro Estévez, investigador del Grupo de Toxicología Ambiental y Ocupacional (Toxicao), del Departamento de Toxicología de la Facultad de Medicina de la U.N., explicó que las partículas al ser diminutas, penetran con facilidad en los pulmones, produciendo en algunos casos síntomas respiratorios como tos, expectoración e inflamación en diversos órganos”.

Un cuestionario para determinar si sufrían con mayor frecuencia síntomas respiratorios y un chequeo médico para evaluar las vías respiratorias y sus pulmones fueron parte del proceso.

Adicionalmente, se les practicó una espirometría que mide la función pulmonar y un monitoreo personal del material particulado, por medio de una bomba que aspiraba el aire durante la jornada laboral y depositaba el material absorbido sobre papel filtro.

“Al comparar ambos grupos, encontramos que los policías operativos tenían una mayor frecuencia de síntomas respiratorios que los de oficina; presentaron una mayor prevalencia de tos, expectoración, sibilancias e irritación ocular”, explicó el docente.

Mientras los agentes de tránsito que laboraban al aire libre estaban expuestos a una concentración promedio de 134 ug/m3 de material particulado, los de oficina estaban expuestos a 97. En el caso de los primeros, quienes laboraban en el turno de la tarde (de 1 p.m. a 8 p.m.) se exponían a 20 ug más de concentración de PM 10.

“El PM 10 ingresa hasta la arte superior del tracto respiratorio, es decir, nariz, garganta y tráquea. El PM 2,5, por ser más pequeño, afecta las vías aéreas inferiores -como los bronquios más pequeños, o los bronquiolos- y llega hasta los alveolos pulmonares”, indicaron los médicos investigadores.

El experto agregó que aunque el rango máximo permitido es de 3.000 ug/m3 en la jornada laboral, las normas internacionales indican que, para ambientes cerrados, una persona no puede estar expuesta a más de 150 ug/m3 en un lapso de 24 horas.

Las zonas con peor calidad del aire de la ciudad son Kennedy y Puente Aranda, pues en ellas hay mayor tráfico vehicular, vías en mal estado y presencia de industrias.

Por su parte, el químico toxicólogo, Cristian Díaz, analizó las muestras de orina de los uniformados, para detectar la presencia de metabolitos (productos del metabolismo de una sustancia) de dos hidrocarburos aromáticos policíclicos, presentes en el material particulado: pireno y benzo [a] pireno, con miras a comprobar la exposición al aire contaminado.

Este último es catalogado como cancerígeno, se presenta en el humo del cigarrillo, en alimentos asados a la brasa y en áreas de actividades industriaes.

Existe 15,59 veces mayor probabilidad de encontrar componentes de los citados hidrocarburos aromáticos en los policías expuestos al aire contaminado, en comparación con quienes trabajan en oficina. Sin embargo, la exposición al material particulado por sí solo no es suficiente para que aparezca.

“Si adicionalmente se trata de una persona sedentaria, fumadora, con dietas bajas en frutas y de avanzada edad, la sumatoria de factores conlleva a una mayor probabilidad de padecer esta enfermedad” concluyó Díaz. Unimedios

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