7 de agosto de 2018

Ese día será de una importancia relevante en la historia moderna de Colombia pues se conmemoran los 199 años de la batalla de Boyacá y será la salida del gobierno del peor presidente de Colombia en toda su historia republicana; por encima de muchos de los que Henao y Arrubla han considerado unos peleles; en ningún periodo de gobierno se han conjugado tantos motivos de insatisfacción como en estos últimos 8 años del llorón, mentiroso, traidor, desleal, truculento y acomodaticio individuo que usurpó el poder desde el 2014 cuando se auto-reeligió con un fraude monumental, que luego completó con el desconocimiento de los resultados de un plebiscito que convocó convencido de que su propuesta sería la triunfadora.

Aunque “llorar sobre la leche derramada” es una tontería si es importante que por fin se cumpla aquello de que “no hay mal que dure 100 años, ni plazo que no se cumpla” puesto que el pueblo colombiano estará de plácemes con el retiro de esa camada de malos funcionarios cuya gestión deja un país endeudado hasta los tuétanos (No Tétanos), con un panorama desolador y una tarea monumental que deberá emprender el entrante para enderezar, si es que se puede, el rumbo hacia una nación respetuosa de la democracia real y respetable en el ámbito internacional por sus instituciones serias, su justicia pronta y cierta, su rama legislativa eficiente y de avanzada y su ejecutivo trabajador, acorde con las necesidades y eficaz en sus ejecuciones.

También estaremos de fiesta por el ingreso de un mandatario joven que muy seguramente tendrá una labor gigantesca pero que con inteligencia, tesón y compromiso y prudencia en 4 años nos muestre el camino con una claridad tal que no caigamos en las veleidades de una socialismo tramposo y retardatario que nos proponen desde otros lados y que tiene representantes muy reconocidos en el país.

De hecho uno de ellos, pretende realizar concentraciones llamadas de oposición al nuevo gobierno para ese mismo día y es muy factible que estas degeneren en actos revoltosos que intenten opacar la posesión de IVÁN DUQUE Y MARTA LUCÍA RAMÍREZ.

Si las cosas se están saliendo de madre, el nuevo presidente tiene a su disposición mecanismos democráticos, consagrados en la constitución para afrontar estos desmanes causados por el dolor de una pérdida de unas elecciones que antes que nada, mostraron el deseo del pueblo colombianos para vivir en democracia y el rechazo a propuestas que lo llevarían a una dictadura en donde se benefician solo los áulicos del gobierno.

Hay otro representante de estas tendencias de izquierda recalcitrante que ha querido desde siempre, combatir con todas las formas de lucha al gran colombiano, duélale a quien le duela y a todo lo que él representa; para el efecto ha recurrido a la compra de testigos para que con un libreto elaborado por él y sus compinches, que incluyen entre otros a: delincuentes presos, funcionarios del gobierno incluido el espurio, directores de cárceles, guardianes del inpec., magistrados de las altas cortes, algunos senadores enmermelados, 8.000 implicados, individuos mostrones de sus parte íntimas y muchos de sus copartidarios, gritonas, narcoterroristas indultados o no, comunicadores sesgados y vendidos para que en gavilla encuentren la manera de encarcelarlo y acallarlo.

Por ahora el tiro parece que les salió por la culata y el pueblo colombiano ha demostrado sin reparos que cree sin cortapisas en la honorabilidad del gran colombiano y que lo considera casi intocable a pesar de los deseos de algunos recalcitrantes y enfermos de odio hacia quien nos devolvió la dignidad y nos recordó cómo podemos vivir libres para disfrutar de unos de los países más bellos del globo terráqueo.

Ese día tendremos entonces muchos motivos de regocijo paro indudablemente algunos que debemos enfrentar con firmeza como es ese de la concentraciones convocadas por el perdedor para mostrar que las cosas no le serán fáciles al nuevo mandatario.

En manos de los votantes por la democracia y el resto de colombianos que consideren este sistema de gobierno como el idóneo para nuestra nación, está el preservarlo y para eso debemos rodear y coadyuvar en lo que esté en nuestras manos para que las futuras generaciones disfruten de los derechos con los consabidos deberes, que impone una democracia real, incluyente y respetuosa de las diferencias.