Actualmente es muy común y natural pensar que una jornada laboral conste de 8 horas, lo cierto es que hace décadas las cosas eran diferentes, en ese entonces el horario laboral podía perfectamente variar entre 12 y 16 horas. Bajo la inconformidad y sentimiento de exceso en el tiempo invertido, en 1886, más de 80.000 trabajadores protestaron en los Estados Unidos en búsqueda de una jornada y pago más justo.

La fuerza de la huelga nacional fue tal, que se marcaría el 1° de Mayo como el Día Internacional del Trabajador, en homenaje a los sindicalistas que perdieron la vida en la huelga de 1886. Lo que en su momento fue catalogado como un movimiento irrespetuoso, llegando a verse como una petición equiparable a pagarse un salario sin el cumplimiento de las horas laborales.

El conflicto trascendió fronteras y tocó las puertas de otras ciudades norteamericanas, alcanzando un número de 400.000 obreros y 5.000 huelgas simultáneas, preocupando a empresarios y al mismo gobierno; mientras las voces de los trabajadores aclamaban ocho horas de trabajo, ocho de reposo y ocho para el ocio y el entretenimiento.

Aunque en la actualidad muchos países no recuerden este día como el origen del movimiento obrero mundial, su universalidad marcó un punto importante en la reestructuración de las actividades diarias de los trabajadores y el alza en masa de muchos a quienes la fuerza del sindicalismo les era indiferente.

El esclavismo al cual se era sometido, la poca e injusta remuneración económica por la mano de obra, serían más que suficientes para impulsar la defensa en los derechos de los trabajadores, con constancia, sufrimiento y sacrificio las manifestaciones se replicaron, y en 1890 quince naciones reunidas en Berlín encontraron la falta e importancia de un ente que velara por la problemáticas laborales, formándose así la Organización Internacional del Trabajo.

Surgieron reflexiones como el hecho de reconocer que el oficio de cada persona, esté ubicado en una oficina, en una casa, trabaje en una institución pública o privada, genera un impacto igual de representativo para el crecimiento de una sociedad, cada actividad aporta beneficios para un público, gracias a cada labor podemos movilizarnos en carretera, comunicarnos a largas distancias a través del uso de la tecnología, consumir alimentos frescos en locales comerciales y restaurantes…

En Colombia el 1° de Mayo – Día del Trabajo es considerado un día festivo y no laboral en la mayoría de las empresas, así como se recuerda el valor de aquellos que permitieron darle la validez e importancia a este día, sus consideraciones y el equilibrio de unas horas laborales más justas y mejor remuneradas, se celebra en honor a esas personas que trabajan día a día para crear un mejor futuro.

Este también es un buen día para preguntarnos, por qué trabajamos, para qué lo hacemos, porque si bien es cierto que esta actividad pone a prueba nuestra inteligencia y esfuerzo, sentido de responsabilidad y unas habilidades específicas de acuerdo a la labor, es importante preguntarnos esto en qué beneficia a la sociedad, trae bienestar o por el contrario trae consigo una ola de tristeza silenciosa.

Y es que ante el dolor y problemática ambiental, la claridad de que son nuestras acciones y la sed de desarrollo, las que tienen a la humanidad al borde de una catástrofe ambiental, es indispensable, necesario y casi podríamos decir que obligatorio peguntarse si la labor que desempeño ayuda o perjudica a los que me rodean.

Es verdad que para muchos oficios, el cambiar sus formas de proceder puede ser un desafío; sin embargo, cada pequeña acción que se lleve a cabo para contar con procedimientos más amigables con la naturaleza, lo que incluye el debido uso del agua, el aire y un respetuoso trato a los animales, sin lugar a duda estará dirigido hacia la consecución de un verdadero mejor futuro.

Las nuevas tendencias nos demuestran que el dinero ya no es la principal motivación para que equipos de trabajo deseen desarrollar un proyecto, pero una motivación a partir de objetivos como la felicidad, la pasión por la profesión, el sentir que se invierte tiempo, dedicación y esfuerzo hacia una causa que realmente beneficia al mundo, esa es la fuerza inagotable que empuja a cada persona a querer actuar desde su conocimiento.

Haz el ejercicio, empieza por cuestionar cómo con tu labor aportas a la verdadera construcción de un mundo mejor.

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Redacción Minuto30

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