Quedarnos en casa

Antioquia ha sido cuna de grandes hombres, lugar de nacimiento de muchos presidenciables, tierra fértil para pensadores que han recorrido el mundo dejando en alto nuestro ancestro, origen de empresarios, industriales y comerciantes que han dinamizado con su empuje la economía de nuestro país. Nuestra comarca ha tributado presidentes, hombres de ciencia, deportistas, artistas, literatos y clérigos a una Colombia ávida de desarrollo necesitada siempre del aporte de todos.

¿Cómo puede una nación con la marca indeleble de su ferviente fe cristiana estar tan alejada del temor de Dios?, es una paradoja de ese ser humano tan imperfecto que somos… “Tan creyentes pero tan violentos”.

La violencia no se da sólo con el arma que mata físicamente al semejante, es también la que mata la ilusión del ciudadano, la que envenena el espíritu del campesino, la que destruye la fe de los demás en el estado causada por nuestras malas actuaciones cuando estamos en la dura e indescifrable labor de administrar lo público.

No podemos aislarnos del resto del país, pero es necesario detenernos en lo regional, por eso como un acto de contrición Antioquia debe quedarse en casa y volverse a sus montañas donde hay pueblos pequeños atrasados, mirar al mar o a los cafetales donde hay caminos veredales intransitables, asomarse a los agricultores donde hay juntas de acción comunal inoperantes o ignoradas, observar los mineros y lecheros donde hay concejales abrazados a sus buenas intenciones, visitar los rivereños donde hay alcaldes aislados de sus comunidades, pues en el apuro de conseguir recursos en las centralidades del gobierno se les marchita su presencia física en los pueblos. Trochas peligrosas que llevan desarrollo pero también tragedias, trochas en montañas, trochas sin técnica, pero al fin trochas que significan para nosotros los nacidos en el campo, un puente con la civilización y las oportunidades, trochas que hay que mirar con bondad económica desde los gobiernos nacional y regional, aunque en el papel sean obligación de los municipios que no tienen con qué hacer de ellas verdaderas vías terciarias por donde entre la esperanza y salga la cosecha.

Antioquia tiene municipios con su carretera sin pavimentar, sin agua potable, pero también tiene zonas que pueden ser asiento de empresas que generen empleo rural… ahí está el detalle: crear puestos de trabajo allá en los pueblos, empleo no estatal; a estos empresarios guapos hay que enamorarlos y crearles las condiciones para que lleguen a quedarse en otras zonas del departamento y así el hijo del campesino, el obrero, el paisano nuestro se quede en su patria chica con un trabajo digno, oportunidad educativa y sin el apuro de venir a una ciudad metropolitana en la cual ya no cabemos.

“Educad al niño y no tendrás que castigar al hombre”… apoyemos los líderes de nuestros municipios, démosle una verdadera autonomía administrativa a los alcaldes, valoremos las juntas de acción comunal y a los concejales y así tendremos subregiones más desarrolladas y menos concentrada la población en las laderas del valle de Aburrá.

“Antioquia la grande”: lo fue, lo es, pero está en nuestras manos que lo siga siendo; son 9 Antioquias diferentes aunque todas juntas son la Antioquia de nuestros ancestros, 9 sub regiones distintas que deben ser tratadas de acuerdo a sus condiciones particulares para que esos pensadores, presidentes, políticos, industriales que pasaron o que aún están acompañando nuestro andar, puedan estar tranquilos porque su herencia está en buenas manos.

Antioquia es importante para Colombia, pero más importante debe ser que desde la inmensidad del poder, desde lo majestuoso del triunfo, desde la grandeza con la que nos pueden mirar desde afuera volvamos a la sencillez de nuestras raíces, a la inmensidad de nuestros valores, al temor de Dios, a la solidez de nuestras tradiciones y nos quedemos trabajando en casa sin esperar que nos digan que somos los mejores, sino con la responsabilidad de serlo por el bien de todos los Antioqueños.