¡Oportunismos descarados!

Las cortes en su afán de buscar chivos expiatorios y tapar en algo su desprestigio institucional motivado por las acciones inaceptables de algunos de sus integrantes, (espero que no suceda lo que pasó en Sodoma y Gomorra, en donde no se encontraron los justos suficientes para evitar su destrucción) andan ahora empecinados en que se abra una investigación a AUV por la chuzadas, hasta ahora indemostradas ante la opinión pública, que supuestamente les hicieron para destapar las ollas podridas que allí han existido desde que ser magistrado obedece más a las amistades y apoyos de los políticos.

Ellos quieren evitar la atención que tenemos los colombianos hacia sus acciones casi nunca probas y ajustadas a la ley, pero sí muy cercanas a los intereses de los politiqueros que los eligieron y pretenden ocultar sus desastres como los felinos, tapándolos y echándoles tierra para que nos olvidemos y no los olamos.

Infortunadamente para ellos esto no sucederá ya que desde que se conocieron sus devaneos con el dinero fácil y su escasa calidad ética, vienen descendiendo paulatina y constantemente en la imagen que teníamos de esas instituciones los colombianos. Del honor que representaba ser magistrado se pasó al desprestigio personal. Ya la gente no los quiere ni de vecinos porque eso desvaloriza el barrio y hasta lo utilizan como insulto en vez del HP. “No saben quién soy Yo” es la expresión más utilizada por estos sinvergüenzas.

Claro que para la clase política, en especial para algunos representantes de la misma, se tiene como redundante la expresión: político ladrón. Doy fe de que conozco a muchos que no lo cumplen, pero existen demasiados que con su accionar han logrado ensuciar el oficio hasta el punto de que ese pleonasmo se convierta en paradigma popular. No pasa lo mismo con otros oficios y hablo de oficios más no de profesiones. De hecho la política tiene la connotación de que en su ejercicio caben todos los seres humanos y no se requiere nada diferente a existir para practicarla. Ahora magistrados, congresistas, diputados, concejales y ediles tiene el mismo origen y ejercen el mismo oficio.
No podemos olvidar a quienes se hacen elegir para cargos ejecutivos. Ellos son los máximos exponentes de ese ejercicio y de ahí que su accionar esté casi siempre motivado por cálculos acordes con sus ambiciones, mientras más grandes, más profundas y estudiadas sus acciones.

El Presidente asustado por el poco nivel de aceptación de su imagen dentro de los colombianos, recurre a sus áulicos para que busquen acercamientos con quien es ahora y por mucho tiempo, el que reúne el favor de la opinión pública, duélale a quien le duela, pretendiendo con esto desviar la atención sobre los desastrosos resultados de la encuesta de Gallup en donde su imagen negativa es del 64% y su aceptación a duras penas llega al 29%. Este último porcentaje muy seguramente estará conformado por desinformados seguidores de un proceso, que como va, nos llevará al establecimiento de un régimen totalitario.

Salen los titulares, escritos con el deseo y ausentes de razón, que hablan de que Uribe es un patriota (palabras del señor Martínez) que quiere la paz, como si esto fuera nuevo, que cambió su discurso y que apoya al gobierno en su empeño por conseguir cristalizar el ansia de concordia que todos deseamos. Pamplinas eso no es ni nuevo ni un logro de las conversaciones de la Habana. A los únicos que se les metió en la cabeza de que Uribe era, ya no, enemigo de la paz fue a esa caterva de enmermelados políticos y periodistas que le han buscado la caída, desde que se dieron cuenta de la real importancia que tiene el gran colombiano.

Uribe y todos los que de una u otra forma lo apoyamos, siempre hemos querido la paz, pero una paz duradera que reconozca las víctimas, encarcele a los victimarios, les quite las armas, y nos lleve, con el trabajo honrado de nuestros dirigentes, a un estado de convivencia pacífica entre todos nosotros. Algo que se aleje de estas condiciones no podrá llamarse paz.