En Colombia, las personas mayores de 60 años constituyen más del 10 por ciento (son 4’628.394). Un análisis presentado recientemente por Profamilia, basado en las encuestas de Demografía y Salud hechas entre 1990 y 2010 en todo el país, afirma que la cifra de adultos mayores han aumentado a un ritmo superior al 3 por ciento, lo que contrasta con el crecimiento de la población, que es cercano al 1,5 por ciento. Somos un país que envejece rápidamente, pero lo hace en condiciones de pobreza e inequidad.

“Es necesario atender a la construcción de entornos accesibles y amigables, con el enfoque de ciudades agradables con las personas mayores”, recalca Profamilia en su informe, tras señalar que los adultos mayores no gozan plenamente de sus derechos y que se enfrentan no solo a barreras de acceso en servicios de salud y pensión (solo 30 por ciento la recibe) sino que muchas veces deben trabajar por necesidad en condiciones de informalidad (más de un 70 por ciento).

En 2006, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reunió a 33 ciudades de 22 países en torno al tema de un ambiente urbano más amigable con la tercera edad y el resultado fue la publicación del documento ‘Ciudades Globales Amigables: Una Guía’ que describe cómo deben adaptarse las urbes a las necesidades de esta población.

Con ella nació el ‘Programa Ciudades Amigables con las Personas Mayores’, un proyecto internacional que busca ayudar a los centros urbanos a prepararse para el envejecimiento rápido de sus habitantes en temas de movilidad, medio ambiente, salud, bienestar y desarrollo social y económico.

“Una ciudad amigable con los mayores alienta el envejecimiento activo mediante la optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad a fin de mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen. En términos prácticos: una ciudad amigable con la edad adapta sus estructuras y servicios para que sean accesibles e incluyan a las personas mayores con diversas necesidades y capacidades. Un entorno urbano integrador y accesible”, dice la OMS.

En ese sentido, y para verlo más simple, se requiere, por ejemplo, de viviendas construidas en espacios de aire libre, cerca de servicios básicos, de otros grupos generacionales y con oferta de entretenimiento que le permita al adulto mayor integrarse a la comunidad. Así mismo, una urbe donde tengan fácil acceso y movilidad en el transporte, participación social, política (el 94,9 por ciento de las personas mayores tiene cédula inscrita para votar) y se les garantice un empleo digno y servicios de salud integrales.

“Este tipo de ciudad –afirma el ingeniero Gustavo Martínez, quien lleva 22 años en silla de ruedas- le permite al adulto mayor participar de ella y llevar una vida plena de forma confortable y segura. Ofrece entornos accesibles y espacios comunitarios que incluyen al adulto mayor. Eso significa amigable”, aclara.

Y esto es particularmente importante en nuestro país, dado que más del 60 por ciento de los adultos mayores residen en centros urbanos.

Lina María González, médico psiquiatra, consultora de la Fundación Saldarriaga Concha –entidad que trabaja por las personas con discapacidad y adultos mayores-considera que “hablar de ciudadanía amigable implica hablar de sociedades incluyentes”.

anciano med plus

¿Qué ofrece una ciudad amigable con la tercera edad?

Esta población, explica el médico geriatra Jorge Fernando Paz, de Medplus Medicina Prepagada, suele tener enfermedades que en ocasiones la limitan para desenvolverse en la cotidianidad.

Es vulnerable y frágil, por lo cual se le debe facilitar la vida. “Para desplazarse, los adultos mayores requieren rampas señalizadas con pasamanos; pisos antideslizantes, edificios con un buen sistema de iluminación, actividades recreativas diseñadas para ellos y sitios preferenciales en buses y filas de espera. También, espacios priorizados en parques, teatros y cines”, agrega.

Según González, es necesario también crear servicios y atención incluyentes con un lenguaje sencillo y fácilmente comprensible, con tonos audibles y herramientas en caso de limitación auditiva.

“Una urbe amigable tiene transporte público pensado para ellos, igual que los andenes y viviendas diseñadas especialmente –indica, por su parte, el ingeniero Manuel Estrada-. En este modelo de ciudad prima el respeto por el adulto mayor y la garantía de sus derechos”.

También, barrios con todo lo que necesitan a la mano: mercado, iglesia, hospital, lugares de entretenimiento.

Arquitectónicamente, una vivienda para las personas de la tercera edad no debe tener escalones y debe contar con pisos antideslizantes y buena iluminación. Un teléfono que comunique con servicio médico, ambulancia y portería, baños con puertas que abran hacia el exterior (en caso de que el adulto se caiga), inodoros más altos de lo usual y pasamanos en baños.

Pero la movilidad peatonal puede ser un reto mayor. Según el ingeniero Gustavo Martínez, ciudades como Bogotá andan a paso lento en esta adecuación para la tercera edad. Hay aspectos claves donde debe trabajarse más como alturas manejables en calles y andenes, pisos de bajo riesgo, señalización…

“Los semáforos sonoros que se instalaron en 55 intersecciones de Bogotá no solo son útiles para las personas con discapacidad sino para los mayores, pues dan un tiempo adicional para cruzar la calle con oprimir un botón de mano. Los mayores de 60 años también tienen una tarifa diferencial en el sistema masivo de transporte y sillas preferenciales. Esto es un gran avance en beneficio de esta población”, puntualiza el ingeniero.


Fuente: Revista MedPlus
ED 88
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