Aunque el nombre de esta columna puede dar a entender que se va a hablar de las distintas posibilidades que se tienen en Colombia para elegir un empleo, un colegio, una universidad, un crédito para estudiar o para una vivienda, de las varias que debieran de existir, pues según la Constitución Política “Colombia es un estado social de derecho ….., fundada en el respeto de la dignidad humana, el trabajo y la solidaridad” y que “Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución; …… y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo”, y que sería mi deseo referirme de la manera más entusiasta a algo tan encomiable. Pero no, espero no defraudar expectativas y debo refirme a las que si son reales: las elecciones a cargos de elección popular.

Edwin Alejandro Franco Santamaría

No es exagerado decir que nuestro país vive en elecciones todo el tiempo y que las hay de todo tipo: a cargos de elección popular, como presidente y vicepresidente, senadores, representantes a la cámara, gobernadores, alcaldes, diputados y concejales; a los cargos de los llamados organismos de control, como Procurador General de la Nación y Contralor General de la República; a los cargos de magistrados de la distintas cortes; hay reinados para elegir a la señorita Colombia, a la reina del café; existe concurso para elegir al rey vallenato, y un etcétera muy largo. Como podrán imaginarse, corolario de todo esto, es que los distintos aspirantes se las ingenian para la realización de las correspondientes campañas y posterior elección a los cargos a los que aspiran.

Como las únicas en las que podemos intervenir los ciudadanos comunes y corrientes, o mejor, decidir directamente, son las de los cargos de elección popular, debo recordar que las próximas de esta naturaleza se llevarán a cabo el 25 de octubre de este año.

No está de más recordar que la posibilidad que tenemos de decidir eligiendo mediante voto popular a nuestros gobernantes es una gran conquista de las democracias, producto de muchos avatares y muchas vicisitudes de los que da cuenta la historia, y por ello, por ese gran poder que representa votar por las personas de nuestras preferencias, es que se constituye en un acto de tanta responsabilidad y trascendencia política.

Los vicios existentes hoy en la política son los mimos que recuerdo desde cuando estaba niño: corrupción, nepotismo, clientelismo, trasteo de votos, ineptitud e incapacidad de los aspirantes. Más recientemente nos encontramos con otras modalidades, siendo una de las más evidentes y de mucha ocurrencia aquella en la que como no es posible la reelección inmediata de gobernantes locales, estos patrocinan a sus propios candidatos, algunas veces unos títeres, que mediante una maquinaria propia de quien detenta el poder, las más de las veces le asegura a elección a su pupilo, para seguir gobernando en cuerpo ajeno y con el manejo de la cosa pública. Luego él regresa otra vez al cargo y quien lo reemplazó lo hace también después. Esta práctica malsana, que es una contradicción monumental en una democracia, pues que lo deseable es la alternancia del poder, hace de los vicios políticos un círculo interminable y los eleva a proporciones geométricas.

Por esta época comienzan a aparecer quienes tienen intención de llegar a estos cargos -aunque es fácil darse cuenta con más antelación de que es así- bien como candidatos o precandidatos, quienes bajo el pretexto de “trabajar por la comunidad”, se hacen a los adeptos que necesitan para lograr sus objetivos. El de la política es un terreno fértil para hombres vacuos, qué lejos se está de cuando la capacidad y la inteligencia eran condiciones necesarias para realizar esta actividad, y en esto es que se debe estar alerta para que ojalá lleguen los más capaces y los más íntegros desde el punto de vista moral, ético e intelectual.

No estoy en contra de los políticos, porque también tengo mis convicciones y orientaciones políticas, y todos no son malos, el detalle está en saber elegir y evitar, en la mayor medida posible, elegir a quienes no tienen el más mínimo mérito para ocupar cargos de tanta relevancia política y social y no darnos golpes de pecho por nuestra pésima elección.

Es cierto que se han implementado y se implementan mecanismos para el mejoramiento y la depuración de la política para así evitar prácticas que tanto mal le han hecho al país, pero en gran medida, la oxigenación de la política, como lo dijo un ex ministro de Estado, la hacemos nosotros los electores al decidirnos por quienes lo merecen.

Quisiera creer que en un país en donde hace unos pocos años hasta el corte de pelo de la señorita Colombia (Michelle Rouillard) ocupó tantos titulares de tantos medios de comunicación, y lo peor, tanta atención y tanto interés de tanta gente, por lo menos se le prestara la misma atención a un tema que si lo merece, como se ha querido de poner de presente con esta columna.

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Redacción Minuto30

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