Una Navidad Saludable con la familia Vargas Zabaraín


Jorge Alfredo e Inés María llevan 18 años de casados. Son padres de tres hijos, una familia numerosa con la que siempre soñaron. Juntos disfrutan de las fiestas de fin de año rodeados de tradiciones, fe y el amor de sus seres queridos.

El plan infaltable de la familia Vargas Zabaraín es ir a Misa de Gallo todas las Navidades. Así fue en casa de Inés María, una samaria que creció rodeada de muchos familiares y amigos en las playas de El Rodadero. Así fue para Jorge Alfredo en su infancia, en su casa del barrio La Esmeralda, y con sus abuelos en una casona del barrio Palermo de Bogotá. Son católicos y valoran las tradiciones familiares que han querido enseñarles a sus tres hijos: Laura de 16, Sofía de 13 y Felipe de 11.

Los cinco viven en un apartamento de paso cerca de los cerros de Bogotá, donde solo estarán por poco tiempo mientras se mudan a un espacio creado para una familia numerosa, con dos mujeres adolescentes y un pequeño aficionado al fútbol. Cada uno tendrá su habitación, cuenta Jorge Alfredo, pero eso sí, ninguno tendrá computador o televisión que los aíslen de la familia, porque, en medio del trabajo de dos reconocidos periodistas, de ires y venires entre sets de noticias y estudios radiales, el tiempo juntos es lo más valioso.

Por eso, aunque Inés María y Jorge Alfredo coincidan apenas a las 11 de la noche, después de sus jornadas, nada evita que se reúnan a cenar una sopa en la mesita de su cocina para contarse todas las novedades del día. En respetar y conservar esos encuentros consiste la fortaleza de 18 años de matrimonio, de un romance que nació cuando los dos trabajaban en el extinto noticiero QAP.

“Nosotros queríamos tener una familia grande. Es muy respetable, pero un hijo único me parece súper poquito. Y tener solo un hermano, también. Ellos van creciendo y uno tiene dos opciones de compañía, porque la familia es con quien uno finalmente cuenta. Yo quería que fuera como la familia de mis padres: dos mujeres y un hombre”, dice Inés María.

Es domingo y todos llegan de almorzar cerca de casa a media tarde. Empieza la transmisión de los partidos de las fechas del fútbol colombiano, y Felipe y Jorge Alfredo encienden el televisor para no perdérselos. Juntos están pendientes del comienzo del partido de Santa Fe, el equipo consentido de papá. Mientras tanto, las hijas aprovechan el tiempo para hacer sus tareas escolares.

Los Vargas Zabaraín disfrutan de pasar el tiempo juntos. No solo en Navidad y Año Nuevo, sino en un fin de semana cualquiera, cuando salen a cine, o comparten las actividades del colegio. “Los sábados son nuestros, para estar tranquilos”, dice Inés María. Ella recuerda sus Navidades en la Costa Atlántica, en Santa Marta, donde nació y donde siguen pasando estas fechas, generalmente el Año Nuevo. Muchos familiares llegaban de vacaciones en ese entonces, así que su casa se llenaba de invitados para la cena de pernil de cerdo agridulce, arroz de coco y ensalada de papa. Los platos que se conservan aún hoy.

“Cuando uno se casa y se tiene que dividir con el marido, decidimos pasar la Navidad en Bogotá, con la familia de Jorge Alfredo, y Año Nuevo con mis papás en Santa Marta, y los niños aprovechan para quedarse allí de vacaciones. Aunque este año pasaremos allá la Navidad. Es más fácil por las vacaciones de los noticieros”, nos revela Inés María.

Jorge Alfredo cuenta que desde que su papá murió, hace 10 años, las celebraciones han cambiado en su casa, por la nostalgia del recuerdo. Pero no pierden el momento para celebrar en compañía, así que rezan la Novena de Aguinaldos, cenan, les entregan los regalos a los niños y, luego, cada adulto pone en la mesa un regalo unisex que ha comprado, a un precio estipulado, y pasan la noche jugando hasta que todos quedan con el obsequio de su gusto.

“Mi abuelo vivía en una casa en Palermo y mi primer recuerdo de Navidad fue cuando yo pedí un carro de pedal. Gritaron: ¡Llegó el Niño Dios!, y subimos al cuarto de mi tía abuela, pero en esas casas grandes yo nunca me expliqué por dónde entró el Niño Dios. Yo pensé que Él era lo máximo, porque logró meter el carro que yo pedí en esa casa. Y fue un carro que tuve hasta muy grande”, recuerda Jorge Alfredo.

Y luego canta: “Yo soy Vicentico, que viene a cantar al niño…”, recordando el villancico que siempre le escuchó a su papá entonar junto al mismo pesebre de siempre. “Volábamos globos, cuando eso se podía. Era buenísimo. Yo viví en el barrio La Esmeralda y nos uníamos los vecinos de la cuadra y hacíamos unas buenas Navidades, porque cada dueño de casa ofrecía la Novena y daba buñuelos y natilla… pero, esas tradiciones ya no existen”, agrega.

Y recuerda, además, cómo su papá era el encargado de cocinar el pavo durante varios días mientras lo adobaba, para meterlo al horno. Ahora la Navidad es con su hermana, los sobrinos, tías y el hermano de Inés María y su familia.

Tiempo en familia

Los cinco dedican un fin de semana especial para decorar la casa de Navidad. Mientras Jorge Alfredo pone el disco de villancicos que siempre hace sonar en esa fecha, empiezan todos a armar el árbol, el pesebre y las luces. Cuando todo está listo, uno de los niños pone la estrella en la punta, como parte de una tradición en la que a cada uno le corresponde el turno por año; entonces, el papá toma la foto del pequeño suceso familiar, que viene precedido de peleas porque todos quieren ser los protagonistas.

No creen en agüeros, como buenos católicos. “Si eso funcionara, todos seríamos millonarios”, dice Jorge con respecto a la idea de poner lentejas o papas debajo de la cama, o espigas en la mesa. “Compramos uvas, pero siempre pierdo la cuenta. Pero eso sí, a mi suegra le tengo que poner siempre el disco “Año Nuevo, vida nueva”, sino, ella no siente que cambió el año. Luego salimos, casi siempre, a recibir el nuevo año en la playa”.

Al final de este domingo en familia, en medio de la sesión de fotos, Laura y Sofía dicen que quieren ser periodistas como sus papás. Aunque ellos les han recomendado estudiar otra carrera y luego especializarse en periodismo. Por eso, Laura quisiera estudiar Ciencias Políticas, para luego, entrar a una redacción. Buen ejemplo han tenido de sus padres, no solo como profesionales, sino como seres humanos, gracias a las enseñanzas basadas en el respeto y el amor, que les ha permitido construir la familia que siempre soñaron.


Fuente: MedPlus
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