Todo pasa por algo


En el mundo del fútbol, como en la vida misma, a menudo nos aferramos a la creencia de que «todo pasa por algo». Sin embargo, en el caso del Deportivo Independiente Medellín, esta frase cobra un significado más profundo y doloroso tras su eliminación de la Liga Betplay.

La frustración del poderoso seguidor no se limita únicamente a la inesperada caída en la clasificación hacia el octogonal final, sino que se encuentra arraigada en las decisiones que condujeron al equipo a este punto. La dirigencia del Deportivo Independiente Medellín desmanteló el plantel sin un plan claro de reemplazo, descuidando la crucial tarea de incorporar jugadores de calidad. Los fichajes basados únicamente en la reputación y el renombre de algunos, quienes ostentan la ‘Sagrada’, se han traducido en desempeños inconsistentes que no justifican su presencia en las filas del ‘Rey de corazones’. Este patrón se ha repetido con frecuencia en los últimos campeonatos.

La defensa del “Medallo, la más vulnerable del campeonato, fue un pilar desmoronado que contribuyó a su eliminación. Los goles en contra revelaron no solo fallas individuales, sino también problemas de organización y estrategia que deben ser abordados de manera urgente.

Todo pasa por algo, es la frase que el “Pelón” Arias en la rueda de prensa posterior al triunfo frente al equipo ‘Naranja’, utilizó para justificar la eliminación de la Liga Betplay. Lo que el hincha poderoso le queda claro, es que pasa también porque contamos con la sombra de una dirigencia que, escudándose en el argumento de no vender el equipo a cualquiera, se niega a afrontar los cambios necesarios para llevar al Deportivo Independiente Medellín a la grandeza que merece.

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El ADN del poderoso seguidor  ha sido, es y siempre será encontrar alivio  en alguna situación, y esta verdad no pasa desapercibida para una dirigencia que explota esta realidad a su favor, recurriendo al consuelo como estrategia en cada campeonato, de manera similar a cómo un adulto reanima a un niño que llora con un dulce para calmarlo. La participación en la Copa Sudamericana se convierte en ese bálsamo tanto para el hincha ávido de alegrías como para don Raúl Giraldo y su sobrino presidente, quienes encuentran en esta competición un respiro necesario en medio de las adversidades y las críticas.

Sigo firme en mi convicción de que contamos con un técnico valioso y que sabe mucho de táctica y estrategia; sin embargo, lamentablemente, su desempeño se ve limitado por su condición de empleado y los intereses particulares que rigen las decisiones en el Deportivo Independiente Medellín. La sombra de personalidades como Federico Spada y la del sobrino presidente quienes deberían reconocer que su fracaso administrativo repercute directamente en los resultados del equipo, se cierne sobre la institución. Es crucial que tomen conciencia de que, ante tales circunstancias, dar un paso al costado en beneficio del ‘Decano’ se convierte en una opción necesaria para el bienestar y el futuro del club.

Es cierto, «todo pasa por algo». Quizás la eliminación del Deportivo Independiente Medellín de la contienda por el título sea la llamada de atención que se precisa para impulsar una profunda reflexión y motivar una acción transformadora en todos los niveles del ‘Medallo’. Esta sacudida puede ser la oportunidad perfecta para reconstruir desde los cimientos, corregir errores pasados y trazar un nuevo camino hacia la grandeza que el ‘Rojo de la montaña’ merece alcanzar ¡Que esta experiencia sea el catalizador que inspire un cambio positivo y duradero en el «Equipo del Pueblo!

Ser hincha del Deportivo Independiente Medellín va más allá de una elección; es parte de mi identidad y de mi historia personal. Cada victoria, cada derrota, cada emoción intensa vivida con este equipo ha forjado mi amor incondicional por los colores rojo y azul. Creo que todo en la vida tiene un propósito, y mi pasión por el DIM forma parte de ese plan cósmico, de un destino que me ha llevado a ser parte de esta gran familia futbolera. Cada momento, cada experiencia, nos moldea y nos enseña lecciones que, al final del día, nos hacen ser quienes somos. Así que, en definitiva, mi fanatismo por el ‘Medallo’ también pasa por algo, por una conexión especial con algo más grande que nosotros mismos.

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