Las calles de Bogotá se inundaron de vendedores de toda clase de cachivaches, los corredores viales se inundaron de muñecos, pantalones, carros de cuerda y de control remoto, zapatillas, relojes, camisas, perfumes, vestidos, zapatos, en fin toda la mercancía, como dicen los mejores vendedores callejeros con los precios al alcance de los bolsillos.
Es diciembre y este mes la congestión es total. «Aquí no se puede caminar, la verdad es imposible», habla un padre de familia que ha venido adquirir los regalos navideños.
De otro lado los que más se quejan son los dueños de los locales porque afirman que las ventas se les han bajado notoriamente debido a que la competencia en dura en la calle.
Pero el panorama que se observa es divertido y hace recordar los tiempos cuando existían los negocios del antiguo San Victorino o como llamaban las abuelas ‘El Hoyito’. donde se encontraba de todo.
Aunque la movilidad está complicada los beneficiados son los negociantes del cemento y los compradores quienes con una sonrisa se llevan los detalles que abrirán en punto de la 12 de 24.