«Nunca había visto un desastre como el de Pakistán»: Ban Ki-moon.


«Nunca olvidaré la destrucción y el sufrimiento que he visto. He estado en muchos desastres, pero nunca había visto un desastre como este. Tanta gente en tantos lugares distintos con tantas necesidades…», explicó ayer el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, tras visitar algunas de las áreas devastadas por las inundaciones en Pakistán.

El organismo pidió que se acelere la ayuda para cubrir las necesidades de los 20 millones de paquistaníes afectados por la tragedia.

«Estas inundaciones no tienen precedentes y necesitan una asistencia sin precedentes», aseguró Ban Ki-moon, que visitó Pakistán «para mostrar la solidaridad de Naciones Unidas con la gente y el Gobierno de Pakistán en estos momentos difíciles».

Naciones Unidas solo ha recibido un cuarto de los 459 millones de dólares (unos 360 millones de euros) que ha solicitado para cubrir las necesidades más urgentes. Desde el organismo internacional se asegura que serán necesarios miles de millones a largo plazo.

Una quinta parte de los 804.000 kilómetros cuadrados de Pakistán han sido anegados por las lluvias monzónicas. Miles de aldeas han quedado completamente bajo el agua, convertidas en interminables lagos.

El balance de víctimas es de unos 20 millones de afectados, según cifras oficiales, y 1.600 muertos que podrían aumentar con las epidemias, que son «inevitables», según fuentes de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La OMS está preparándose para tratar millón y medio de casos de diarrea y hasta 140.000 casos de cólera; hay hasta dos millones de personas enfermas de malaria y 350.000 infecciones respiratorias agudas. Unicef ha manifestado su preocupación por la falta de comida y por el posible debilitamiento y muerte de niños.

Millones de personas quedan fuera de los servicios de rescate. «El agua ha destruido nuestra casa y nos hemos quedado sin nada. Hemos ido a un pedazo de tierra más alto, pero no tenemos comida. Hemos bebido el agua en que estamos sumergidos porque no tenemos otra opción. Este es nuestro sexto día».

Quien habla es Imtiaz, una víctima que, con su familia y otros vecinos, están totalmente aislados de los servicios de rescate en una aldea en Muzzafargarh, en el sur del Punjab. Han podido hablar por un móvil que han rescatado con ayuda de un periodista local, que ha transmitido su historia a este diario. Precisamente estas personas son las más vulnerables.

«La población necesita comida, un techo de emergencia, medicinas, agua potable», dijo ayer Ban Ki-moon. El secretario de la ONU también se reunió con el primer ministro, Yusuf Raza Gilani, y el presidente, Asif Alí Zardari, que ha perdido mucha popularidad tras no cancelar o acortar su viaje a Europa la semana pasada cuando ya se tenía una idea de la magnitud de la catástrofe.

Algunos reconocidos analistas consideran que la ayuda internacional está tardando en llegar precisamente por la general «falta de confianza en el exterior en los líderes políticos de Pakistán».

«Y quien está sufriendo los errores de los políticos, como siempre, es la gente, que ahora también está sufriendo hambre y falta de techo», dice por teléfono Imtiaz Gul, al frente del prestigioso think tank Centro para la Investigación y Estudios de Seguridad en Islamabad.

La desesperación cunde entre la población, frustrada y enojada con el Gobierno. «Nos han abandonado, estamos viviendo en condiciones terribles, mis hijos tienen diarrea y no puedo llevarlos a un lugar decente», decía Mushahed Khurshid con ayuda de un traductor.

Khurshid, como mucha gente en Pakistán, se ha enterado por la televisión de que su presidente se fue de gira por Europa la semana pasada. Sin embargo, el Gobierno resta importancia a estas críticas y las rebaja a «un simple juego político local», en palabras del ministro de Interior, Rehman Malik.

Juego político o no, son los paquistaníes afectados quienes se llevan la peor parte. «Todo es miseria. He viajado por el país y solo hay devastación. La gente lo ha perdido todo y quiere regresar a sus casas, pero están destruidas. Miles y miles de personas duermen bajo el cielo abierto», cuenta Junaid Khan, un periodista que ha visitado las zonas afectadas.

El desastre podría estar muy lejos de llegar a su fin. Las lluvias siguen cayendo intermitentemente en varias zonas del país. El monzón no termina hasta septiembre. Nuevas zonas están siendo inundadas, con el caudal del río Indus ensanchándose de norte a sur (en algunas partes hasta 19 kilómetros, cuando normalmente tiene 1,6 kilómetros).

Todas las provincias de Pakistán están afectadas y las infraestructuras y las cosechas han sufrido grandes daños; gran parte del ganado ha muerto.

La catástrofe afectará a Pakistán durante años, dicen sin dudar desde las agencias internacionales. «En los próximos meses se necesita asistencia humanitaria. Pero el camino de la reconstrucción es mucho más largo», aseguró a este periódico el portavoz de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios en Pakistán, Maurizio Giuliano.

Vía EPaís.com


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