Después de todo el revuelo que causaron, Harry de Inglaterra y su esposa Meghan Markle han cumplido con su último evento oficial como miembros activos de la familia real británica y le dicen adiós a su título de «royals«.
El momento llegó y por fin Harry y Meghan son libres de hacer con su vida personal y laboral lo que les plazca (dentro de lo convencional obviamente), pues ya cumplieron con todos los eventos oficiales de la corona a los que estaban obligados de asistir antes de su renuncia irrevocable a su posición como miembros oficiales de la realeza inglesa.
Fue el servicio religioso para conmemorar el Día de la Commonwealth, en la Abadía de Westminster, donde los duques de Sussex compartieron con la reina Isabel II, el príncipe Carlos de Gales y su esposa Camilla de Cornualles, y los duques de Cambridge el príncipe William y Kate Middleton.
Los Sussex se sentaron inmediatamente atrás de la reina, en la segunda fila, y desde allí se mostraron solemnes y complacidos, luego de haber hecho una entrada triunfal al recinto en la que Meghan brilló gracias a su vestido esmeralda con una semicapa que se ondeó a su paso.
Harry y Meghan se veían relajados, sonrientes, tranquilos y muy decididos en su actuar, dejando ver que su nueva vida en Canadá les está sentando de maravilla, lejos de los acartonados protocolos reales y las ajustadas agendas que cumplen todos los miembros de la familia real británica.
Por el momento Harry ya no será más príncipe como él mismo lo ha solicitado y la próxima vez que lo veamos junto a su esposa y su hijo Archie en un evento público no tendrá nada que ver con la corona británica, a no ser que algo extraordinario ocurra.