Tras hacer todo ese gasto tremendo que implica tener un bebé, o varios, o una descendencia que más o menos uno ya cree que puede sostener, viene el siguiente problema. ¿Cómo cambia mi vida sexual después de que tenemos hijos? ¿Podré andar encuerado de nuevo por la casa bebiendo mi cerveza? ¿Podré sentarme a mi vieja en las piernas para follármela mientras veo el futbol? ¿Será conveniente seguir manoseando a mi mujer en el supermercado?
Hay una serie de tareas que cambian la vida del hombre a la hora de convertirse en el papá de los pollitos. Tu misma ponzoña te ha llevado a esta circunstancia, entonces es momento de modificar algunas conductas del ejercicio sexual y erótico.
La vida en pareja ahora es vida familiar. Ergo vives en una casa de paredes más delgadas y con una criatura que tarde o temprano se enterará por tus aullidos, que algo le haces a la mamá.
Si antes tu costumbre era eyacular y soltar un alarido, quizás ahora debas limitarte a un pujidito o a una señal con la mano, como por ejemplo, un pulgar hacia arriba. Mientras desahogas las ansias (en un condón bien puesto, por favor) estarás contribuyendo a la paz de la cuadra, y a que el bebé o los niños no se despierten.
Si tu mujer es la gritona, conmínala a controlar sus expresiones. En especial porque sería muy feo que le taparas la boca mientras llama a toda la corte celestial, en el afortunado caso de los orgasmos. Quizás también sea el momento adecuado para decirle que ya sabes cómo grita cuando finge y cuándo sabes que verdaderamente está experimentando el clímax. Por favor, tú eres el que está metido ahí adentro y sabes cuándo una señora está gozando. O eso se espera.
Andabas bien contento por la vida emborrachándote y fiesteando con tu mujercita hasta que hubo que fundar el área infantil, cuando creció la familia. Ahora es preciso que la hora feliz se traslade a la verdadera hora feliz de tu actual vida como padre: el tiempo en que los hijos e hijas duermen. Santa beatitud. Hasta el silencio parece un desconocido.
Como el tiempo de esparcimiento se ha modificado, ahora deberás de ubicar tus fiestas y celebraciones en sitios en donde no interrumpan el sueño de los chiquillos. Para que no se despierten y sobre todo, para que no salgan en su pijamita a pedirte agua en el momento del karaoke, cuando la prima de tu marido está borracha y semiencuerada, cantando temas de María Conchita Alonso.
Si alguna posición sexual debe cambiar en este momento en que ejerces la paternidad, lo conducente es realizar una que: no golpee las paredes, que no sea en una cama que rechine mucho, que no haya una cabecera suelta o un buró que puedan tumbar, o que no descomponga algún aparato electrodoméstico.
Si antes eras de los tipos que acostumbraba tomar el tafanario de su mujer mientras la recostaba encima de la lavadora, es tiempo que acomoden las jornadas de “lavado” en las horas en que las criaturas se encuentran a salvo. Nadie quiere empezar las explicaciones y educación sobre el tema del pene y de la vagina, y de cómo papá y mamá hicieron a los bebés, en una edad demasiado tierna.
Estas recomendaciones podrán parecer muy aburridas, pero no cambia nada. Sólo hay que bajarle al volumen un poco, andar con más ropa de la acostumbrada y procurar en la medida de lo posible que el sexo pueda ayudar a refrendar nuestra intimidad como pareja.
Con información de reforma.com
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