El 28 de septiembre de 1978 el mundo se despertó con la noticia de que el papa Juan Pablo I había fallecido dentro de una habitación en el Vaticano.
Hoy, 42 años después, su muerte es un misterio. Sobre esta situación, el Vaticano informó ese día lo siguiente: «esta mañana, 29 de septiembre de 1978, hacia las cinco y media, el secretario particular del Pontífice, el padre Magee, entró en la cámara del Papa Juan Pablo I al no haberlo hallado en la capilla como tenía por costumbre y le encontró muerto en su cama con la luz encendida, como si hubiera estado leyendo. El médico, que acudió inmediatamente, confirmó que la muerte le sobrevino probablemente a las veintitrés horas del 28 de septiembre, de resultas de un infarto de miocardio».
Sobre el resultado médico, se determinó que se trataría de un infarto, sin embargo, la imposibilidad de realizar una exhumación a su cuerpo, por las normas que rigen a la iglesia católica, hizo que algunas teorías sobre su muerte quedaran en eso, en especulaciones.
Los medios italianos pedían la autopsia, teniendo en cuenta que una de las versiones pudo ser un envenenamiento, debido a que Juan Pablo I era el llamado al «cambio» en la religión.
Sin embargo, otra de las teorías, que confirmaron algunos miembros del Vaticano, es que días antes de su muerte él comenzó a sentir dolores que podrían avisar del infarto, pero no fue revisado por ningún médico.