No es fácil dejar de escribir, pero lo decidí hacer por la cantidad de información que todos los colombianos recibimos durante los últimos 3 meses. Era ya bastante y hasta hostigante que un relato más solo quedaría en el olvido.

Pero ya pasadas las elecciones es momento de volver al análisis, y más ahora cuando es necesario el reconocimiento, autocritica y el replanteo del futuro a corto y mediano plazo. Es evidente que los partidos progresistas (Alianza Verde y los movimientos ciudadanos independientes) son los grandes ganadores de una jornada intensa de elecciones regionales.

El triunfo de Claudia López en Bogotá, de Daniel Quintero en Medellín, de Jorge Ospina en Cali y la sorpresa de Jorge Dau en Cartagena, demuestran que los colombianos están buscando un nuevo enfoque en sus representantes, reafirma el descredito de los partidos políticos y la necesidad de encontrar puntos medios y llegar a consensos.

El Centro Democrático en cabeza del presidente Álvaro Uribe, el gobierno del presidente Iván Duque y la Colombia Humana de Gustavo Petro, sufrieron el pasado domingo una de las derrotas más dolorosas; pero desde mi punto de vista necesarias para reconocer los nuevos liderazgos, evaluar su accionar político y replantear sus estrategias a futuro, doloroso pero necesario como dirán las abuelas.

Creo que es apresurado sacar a estos líderes de la escena política, y más aún, cuando aquellos que siempre dijeron “nunca haber gobernado” hoy tendrán los ojos de toda Colombia sobre la gestión de su administración. Sin duda alguna, desde la oposición personajes como Uribe y Petro tendrán protagonismo rutinario, pero esto no es ninguna garantía electoral. Es claro que los electores piden más y mejor de aquellos sectores que en el pasado gobernaron.

Este nuevo contexto demanda candidatos libres de apellidos y cunas políticas, ciudadanos de a pie, que entienden de primera mano las necesidades de la mayoría, pero que al mismo tiempo sean capaces de generar soluciones desde su corriente política. Líderes que reconozcan lo bueno, lo malo y lo feo de su contraparte y que fundamentalmente -así suene cliché- construyan sobre lo construido.

Que hablen de política social responsable con la misma vehemencia que hablan de seguridad, que sean capaces de discernir sin descalificar y que sean capaces de mover fibras sin caer en populismos baratos. Personas técnicas pero no alejadas de la realidad, estudiosos pero prácticos y sobre todo, conscientes de que su labor va más allá de un puesto bien remunerado.

Es duro perder, pero es la única forma de aprender…

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Redacción Minuto30

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