“Trabaje juiciosa, trabaje juiciosa”. Repetía cierta alcaldesa sin que pudiera distinguirse si solo pretendía acallar los reclamos de una ciudadana por ayuda para el comercio informal o si también era una especie de mantra. Una amonestación para con sigo misma , habiendo corroborado su incapacidad de responder con algo concreto.

Otra posibilidad un poco menos inverosímil, es que la haya traicionado el subconsciente, llevándola a reditar el famoso “trabajen vagos” de la senadora a quien paradójicamente ha aconsejado “Que grite menos, que escuche más y que por lo menos piense un minuto antes de hablar”.

Cualquiera haya sido la causa de una situación tan “exótica”, la ciudadanía está ávida de escuchar a sus mandatarios en otros términos: ¿De qué manera están trabajando en la reducción del desempleo y de la informalidad laboral. Es decir, en medidas contra la pobreza más sostenibles que un subsidio?

El DANE acaba de revelar la peor tasa de desempleo para cualquier mes de enero desde que se llevan registros. En ese mes de 2021 había 19,9 millones de ocupados y 4,16 millones de desempleados en Colombia. Es decir, la tasa de desempleo se ubicó en niveles del 17,3%. Esto muestra un nuevo deterioro después del leve repunte experimentado en los últimos meses de 2020.

De hecho, los resultados presentan una variación (descenso) de 4,3 puntos porcentuales respecto del mismo mes de 2020, cuando la tasa general de desempleo se ubicó en 13%.

SI el ejercicio de comparación se hace sobre la variación interanual del mes de diciembre, se observa un aumento de casi cuatro puntos porcentuales, pues en diciembre de 2020 los resultados arrojaron un 13,4% de desempleo, mientras que en el mismo mes de 2019 la tasa se ubicaba en el 9,5%.

Así, es posible deducir que los resultados en lo corrido de este año son todavía peores que los registrados durante el año pasado, cuando ya estaba el país sumido en la lucha contra la pandemia.

Pero el fenómeno sigue afectando de manera desigual. En enero de 2021, la tasa de desempleo de las mujeres fue de 22,7% mientras que la de los hombres se ubicó en 13,4%. Por su parte, el desempleo juvenil fue de 22,5%. Lo anterior, evidencia que vuelven a abrirse las brechas de género y edad en la población ocupada.

También en términos interregionales, pues el desempleo es particularmente alto en Quibdó, Neiva e Ibagué, ciudades donde bordea niveles escandalosos del 21%. Otro caso que preocupa es el de la ciudad de Bogotá, donde la población desempleada se acerca a la barrera del millón de personas.

En cuanto a sectores productivos, durante el periodo móvil de noviembre a enero pasado, el fenómeno golpeó especialmente a la industria manufacturera, actividades artísticas, de entretenimiento, de alojamiento y servicios de comida.

De otra parte, la tasa de informalidad más reciente se ubica en el 50%, lo cual significa un aumento de 2,7 puntos porcentuales con respecto a enero de 2020, que la calidad del empleo sigue deteriorándose y que la recuperación de empleos se está dando casi totalmente desde la informalidad. Es decir, desde el camino de la desprotección social.

Además de los enormes efectos que genera la destrucción de la capacidad adquisitiva sobre el bienestar de las personas y de los hogares, estas alarmantes cifras significan menores perspectivas de recuperación nacional.

Desde septiembre el gasto había vuelto a crecer, superando incluso los niveles de los mismos meses del 2019, de acuerdo con el seguimiento de Raddar, firma especializada en consumo.

Pero luego de 5 meses consecutivos de esta tendencia alentadora, en enero del 2021, ese crecimiento se interrumpió. En el mes de los nuevos confinamientos, el gasto cayó 0,26 por ciento.

Adicionalmente, conviene recordar que aA medida que la recesión empuja a más ciudadanos a las sombras de la economía informal, el comercio de mercancías ilícitas puede pasar de ser una opción económicamente más rentable, a la única disponible para la subsistencia de muchas personas. Esa es la evidencia ofrecida por los profesores José Miguel Cruz y Brian Fonseca.

Ciertamente, una ejecución exitosa del plan de vacunación y evitar nuevos cierres pueden ocasionar el descenso de estos indicadores en varios puntos porcentuales, pero el objetivo debe superar esa aspiración mediocre de regresar a las lánguidas cifras anteriores a la pandemia.

Debe ser una ambición concreta y estructural, en el sentido de aprovechar la coyuntura para llevar a efecto medidas de fondo que optimicen y readecúen el mercado laboral colombiano, no dirigidas al asistencialismo ni limitadas a ofrecer algunos incentivos para la empleabilidad o para la formalización (que son necesarios), sino apostando decididamente por disminuir los costos asociados a la formalidad laboral.

Es allí donde el Estado como director, tiene un campo esencial dónde concentrar sus esfuerzos. Una prioridad real con peso específico suficiente para abroquelar la misión que se les ha confiado. Eso es pensar los problemas sociales desde sus raíces.

Incluso si no se logra llegar a unos niveles de desempleo cercanos al promedio de los miembros de la OCDE en el mediano plazo, debe estar claro que el listón que nos propongamos determinará en buena parte los resultados, más aún en materia de empleo, donde puede decirse que estamos tocando el punto clave del proyecto de Nación para los próximos años.

@ortegasebastia1

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Redacción Minuto30

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