Ya hace dos milenios, los romanos utilizaban la palabra “viridis”, para denominar el color de los retoños. También el término denotaba lo que era vigoroso y joven.

De alguna manera, el castellano actual mantiene esos significados, con expresiones como «estar verde», que se refiere a la falta de experiencia, generalmente, a causa de la juventud.

Pero la humanidad ha comprendido que ni la juventud necesariamente implica inexperiencia, ni todo lo verde es esperanzador.

En el segundo sentido, esta semana una decena de líderes políticos no muy novatos, de un centro izquierda que no se sabe muy bien lo que es, anunciaron estar construyendo un proyecto político de cambio para el país.

En otros términos, una versión mínimamente ajustada de esa alternativa ambigua, postiza, que tiene de muchas cosas, menos de modernidad ni de esperanza.

Esos mismos “renovadores”, han pretendido hacer carrera bajo las banderas de la transformación, de un país joven y alternativo. Pero habiendo renunciado a definirse por características propias y concretas, han decidido limitar su apuesta por diferenciarse de Petro y de Uribe. Y hasta ahí. Pregunto, ¿qué otro factor los identifica?

Han hecho de su discurso una colcha de retazos empacada en retórica y acomodada por la indecisión. Han tomado la brújula de la popularidad que lleva a resultados rápidos pero fugaces, y al fin de cuentas, basta revisar las administraciones actuales de las principales ciudades colombianas: Muy poco qué mostrar.

No podría ser de otra manera, cuando en general, llegaron a gobernar a base de haber cuestionado la gestión de otros, lo cual siempre es infinitamente más fácil que ofrecer resultados.

La centro izquierda madura, exitosa en otros países, ha evitado muchas veces la línea del menor esfuerzo y además de criticar son capaces de proponer nuevos enfoques, de invertir el tiempo y los recursos en actividades que generan valor público. Véanse países con altos grados de alternancia democrática como Chile, Francia y Canadá.

Por el contrario, en Colombia muchos de quienes se califican como centro izquierdistas llevan décadas repitiendo las mismas consignas y alzando la voz a ver si logran prevalecer con la contundencia de una ideología opuesta a la de una antípoda. Criticar, criticar y criticar.

Así han conseguido por ahora extender su influencia, optando últimamente por decir lo que haya que decir y por aceptar en sus toldas a algunos contradictores, con tal de sostenerse como una élite.

En eso no son tampoco muy diferentes a la alianza del gran pacto por la conveniencia electoral, al cual anunciaron se enfrentarán abiertamente, más allá de las barreras y a pesar de Barreras.

Por lo visto, esperan llegar a la presidencia a través de la estrategia y de los estrategas de siempre. Vivir de la criticadera. Después verán cómo arreglan las cargas. Después el experimento supuestamente saldrá de todas maneras porque, dirán, lo importante es lo simbólico. Es lo único que satisfactoriamente han logrado imitar de sus avanzados homólogos europeos.

Y claro, siendo indispensables los hechos, vamos a ver en los próximos meses lo que ellos harían para gobernar. No hay que olvidar que en la campaña no solo se ven promesas, sino también talante y actitudes concretas.

Si su emblema colorido les significara algo más allá de lo electoral, ya estarían liderando los esfuerzos por generar ideas y estrategias que permitan avanzar en la transformación energética o en la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Pero proteger el ambiente, parece que fuera exigir a gritos que no hagan proyectos, pues eso siempre da votos.

Aunque no todos ellos están ataviados por la superficialidad y el facilismo, un par de golondrinas no hacen verano ni para ellos, ni mucho menos para el país.

Y como poco hacen de productivo, quienes no comulgamos con su show estamos llamados a hacer la diferencia, no a implementar la misma forma trasnochada de hacer política.

Respecto a ellos, como esto no se trata de buscar que a nadie le vaya mal, sino que al país le vaya mejor, ojalá tengan la gallardía y humildad suficiente para criticarse a sí mismos, pues, así como las sociedades necesitan gobiernos idóneos y eficaces, también requieren oposiciones serias que representen verdaderas alternativas de poder, que trabajen para ejercer el poder en democracia, sin obsesionarse con él.

Queda saber cuántos años más durará esa maduración.

@ortegasebastia1

La opinión del autor de este espacio no compromete la línea editorial de Minuto30.com
Author Signature
Redacción Minuto30

Lo que leas hoy en Minuto30... Mañana será noticia.

  • Compartir:
  • Comentarios

  • Anuncio