La decisión del retorno a clases presenciales en escuelas y colegios debe pasar por el cedazo de los padres de familia, pero también por el análisis serio por parte de las administraciones municipales de las condiciones en las que esperan recibir los masivos grupos de estudiantes. Se trata de generar confianza, no de aumentar el caos.

Desde el 17 de enero de 2022 los estudiantes retornaron a sus aulas de clase, luego de dos años entre alternancia y virtualidad. Es momento, dice el Estado, de que todos los alumnos regresen de forma presencial a cumplir con sus actividades académicas. Muchos se preguntan: ¿Están listas las instituciones para abrir sus instalaciones en medio de una pandemia y velar por la salud de los alumnos, maestros y comunidad educativa en general?

Constantemente se habla sobre la ampliación en infraestructura teniendo en cuenta que las aulas no se construyeron con la intención de disolver grupos, por el contrario, se busca mayor productividad y mejores resultados en las instituciones educativas, pero hay municipios en los que no se ve un avance significativo de estos proyectos infraestructurales, lo que imposibilita las jornadas únicas en educación, además de la falta de creación de plantas de docentes a nivel nacional.

Para los maestros ha sido un gran reto el enfrentarse a la virtualidad y lograr captar la atención de sus aprendices a través de una pantalla o las diversas maneras de aprendizaje que se crearon a causa de la pandemia. Pero,¿ acaso ya consideraron el hacinamiento en las aulas y la carga laboral de los profesores al dirigir grupos de hasta cincuenta estudiantes?

Es momento de volver a la presencialidad, es lo ideal, pero no se puede pasar por alto los logros obtenidos durante estos dos años de pandemia al implementar estrategias de virtualidad, material académico y creación de diversas plataformas para dar solución a las necesidades diarias desde lo laboral y escolar. ¿ Qué hacemos con ese aprendizaje? ¿lo echamos a la basura?

Si bien es importante el desarrollo integral de los niños y jóvenes, también es importante mantener condiciones óptimas y de calidad para evitar contagios. La mejor opción que tiene la población, además del esquema completo de vacunación para reducir riesgo de contagios y evitar infectar a otras personas más vulnerables ante el virus, es contar con la alternativa de la virtualidad productiva para los casos donde las condiciones del regreso al aula sean insuficentes.

Debería permitirse a las familias participar en la elección entre la virtualidad o la presencialidad educativa , según las condiciones de salud de sus hijos y su entorno familiar. Es un derecho y es de sentido común. No podemos simplemente aplicar el principio de la norma sin ajustarla a las prioridades de las familias.

No veo ningún problema en combinar mecanismos de enseñanza. A estas alturas, los colegios ya deberían contar con todas sus herramientas tecnológicas al día. Es una obligación institucional y una manida promesa política que los ciudadanos quieren ver realizada, porque repito, es su derecho. Ómicrom no es un juego, ni un resfriado cualquiera y la realidad es que está entre nosotros, acechando. El deber superior es la vida y su protección y mientras el virus pulule en esos grados de peligrosidad, lo mejor es que el sector educativo sea propositivo y cumpla a cabalidad con su espíritu formador integral. Ah! Y para la educación física, no se olvide que los espacios abiertos son los indicados.

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Redacción Minuto30

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