He visto esta ciudad crecer, la he visto debatirse en las decisiones más históricas. Yo mismo he sido protagonista de muchas de ellas como concejal, diputado, ahora como representante a la cámara y, por supuesto y ante todo, como ciudadano. Por eso me alarma lo que acontece ante los ojos imperturbables de muchos ciudadanos a los que nada les interesa ni les ha interesado. Pero, más alarmante es que acontezca ante los ojos de una dirigencia en lo público y en lo privado que puede timonear el destino de la ciudad.

Es una obviedad decir que en una sociedad compleja como la nuestra se debaten concepciones tan disímiles que nos diferencias en pensamientos y en actitudes frente a la vida y sus fenómenos.

Pero también es cierto que todo ello es mera construcción mental, ya artificial o hasta artificiosa. La realidad en su lógica no puede ser más que una. A ella deberíamos atenernos, interpretarla, modificarla con sentido sustentable y amoroso, estudiarla y vivirla a plenitud.

Pero esa vivir la vida de la ciudad a plenitud no es posible en las circunstancias actuales: un alcalde cercado como presa de cacería quien, en esa faena por defenderse improvisa, yerra y no cumple. Como presa apetecible es perseguido, husmeado, acechado y amenazado con una revocatoria.
Mientras tanto, la ciudad demanda servicios, inversiones, proyecciones, atender lo construido, prever lo que se necesita.

En fin, la administración no puede parar como no se paralizan los mercados de energía, los contratos que se tienen que cumplir, las obligaciones que se tienen que atender. Realidad que puede sufrir sus cuitas porque la búsqueda de réditos políticos se antepone.

¿Será que tendremos todos la catadura con se nos conoce en otras regiones cuando de tomarnos de la mano se trata? ¿Será que tendremos la estatura del alma para hacer un alto en el camino y permitir que la ciudad avance sin las talanqueras que se ponen en las ruedas del carro y dejar que fluya la ciudad pese a nuestras concepciones? ¿Será que la ciudad de Medellín como proyecto colectivo no es más grande y más urgente que nuestras narrativas sociales, visiones y cosmovisiones, concepciones o lecturas políticas a las que nos negamos escapar?

Digo, no…

La opinión del autor de este espacio no compromete la línea editorial de Minuto30.com

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