Una de las razones por las que Enrique Peñalosa fue elegido alcalde de Bogotá, es precisamente el hecho de representar el progreso y desarrollo que traería consigo para revitalizar la ciudad, sumida en el caos, generado por doce años de malos mandatos de gobiernos de la izquierda nefasta a los bogotanos. Recuerdan “Luchito, Samuelito, Clarita y Petro”.

Pero causa asombro como ese pedestal en el que alguna vez estuvo nuestro alcalde Peñalosa se cae a pedazos, por cuenta de la inseguridad que se apodero de Bogotá en todos sus puntos cardinales. Genera desazón contemplar lo que parece una desarticulación absoluta entre la policía y el gobierno distrital y a su vez este último con la ciudadanía.

Es posible que se tengan asesores magníficos en temas de seguridad, ¡al menos sobre el papel! pero parece que la generación de estrategias, para mitigar este flagelo de inseguridad han llevado a atropellar la ciudadanía en todos sus ámbitos, sociales, económicos, políticos, y culturales.

Basta con apreciar y sentir los rigores de la arbitrariedad contra los motociclistas, la emergencia sanitaria por cuenta de las basuras; pero hoy quiero referirme puntualmente a ese regresivo y muy perjudicial decreto 667 del 1° de diciembre de 2017, si señores, ese que está matando la vida nocturna bogotana.

No se supone que a Bogotá grandes exponentes culturales, desde finales del siglo XIX la denominaron “La Atenas de Suramérica”, disque porque era un centro cultural e intelectual de avanzada para su época, ¿qué paso con ese legado alcalde, piensa usted acabarlo simplemente por qué le quedo grande garantizarle seguridad a los bogotanos. No es precisamente, que quiera hacer apología al consumo de bebidas alcohólicas; no señores, solo que resulta innegable que la vida nocturna le representa a Bogotá grandes réditos económicos, expansión a todas las expresiones artísticas, culturales y sociales.

La multiculturalidad de visitantes ha llevado, en el caso de la música por ejemplo a que se expandan los gustos capitalinos más allá de las hermosas guabinas, nuestro autóctono vallenato, o del rock; puntualmente la creciente industria de la música electrónica viene en ascenso, gracias a los clubes que atraen año tras año a gigantes exponentes de talla mundial a nuestra escena local.

Es así que tenemos hoy por hoy empresarios, Dj’s y productores colombianos con reconocimiento internacional en este género, caso Adriana López, Alex Jaramillo, Cheo Cubillos, Pao Calderón, Magdalena, Mao Fonnegra, Julio Victoria, Miguel Lega, Mao Loading, Hernán Cayetano, entre muchos otros; que aportan al progreso cultural, social y económico de la capital innovando y consolidando el turismo como eje de desarrollo, generando lazos de cooperación para atraer inversión extrajera a la ciudad.

Pensaría uno que Peñalosa jamás restringiría la vida nocturna Bogotana, pues sus modelos de ciudad son las europeas, Berlín, Ámsterdam, Estocolmo, Bruselas, Londres, Pero con este decreto 667 nefasto, está terminando de pisotear su mismo plan de desarrollo en el punto de “Consolidar el turismo como factor de desarrollo, confianza y felicidad para Bogotá”

Yo le Sugiero señor Alcalde Mayor, autoridades distritales y señores concejales, no cometan arbitrariedades que dañan la capital cosmopolita; Bogotá debe ser una ciudad despierta 24 horas, como cualquier capital del mundo; las medidas opresoras no son buenas para el desarrollo de ninguna urbe. Es hora de una verdadera Bogotá mejor para todos, desarrollada, confiable y feliz.

@MarioFX_

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Redacción Minuto30

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