Luego de leer el texto de la reforma tributaria, es un lugar común decir que mucho de lo que se plantea está mal. Aunque lo negativo del balance no alcanza a explicar por sí solo la reacción provocada: Hay mucho de torpeza política.

En efecto, el Gobierno lanzó las propuestas más impopulares encabezando la presentación de la reforma, intentando medir el pulso para suavizar. Eso funciona bien con productos, pero no con políticas fiscales. Ya cualquier modificación que se diera posteriormente, iba a ser recibida con sospecha y hostilidad.

Pero, además, esta no es cualquier reforma tributaria. Estamos en medio de una pandemia y ad portas de unas elecciones nacionales. Hay consenso en que necesitamos una reforma fiscal. Entonces, lo que debía haber hecho el gobierno era construirla conjuntamente con otras fuerzas políticas. Todo eso, de acuerdo, ha estado muy mal.

Pero es mucho peor la utilización electoral que se centra en atizar la rabia y el análisis tendencioso que han hecho muchos “progresistas”.

La reforma tiene de todo: Cosas muy malas, malas, regulares y buenas, aunque el balance es negativo. Sin embargo, ¿Cuándo analizaron la renta básica universal?, los incentivos a contratación de personas pertenecientes a grupos sobre representados en la población desempleada?, ¿los subsidios a personas sin pensión?, ¿el impuesto al carbono?, todas discusiones largamente postergadas y sumamente necesarias. De hecho, ha sido lo contrario.

Este, que debería ser el tiempo de las propuestas, ha sido el tiempo de las mezquindades.

Es verdad que estamos en época prelectoral, pero tomar todo con clave estrictamente prelectoral es irresponsable.

Me gustaría escuchar a los partidos que se oponen con más o menos razón, explicando qué proponen. No puede ser que su máxima propuesta sea un paro. Cambio Radical dice que desoyeron sus sugerencias de flexibilización, ¿por qué no las han hecho públicas?

Van y vienen los cuestionamientos muchas veces insulsos y el problema sigue ahí: ¿Cómo van a mantenerse los programas sociales?, podremos requilibrar las finanzas del Estado y mantener el grado de inversión?

La utilización electoral de la reforma afectará al gobierno, al partido de gobierno, pero al que más afecta es al país, y especialmente dentro de él, a las personas vulnerables.

Por eso, hacia el futuro inmediato, la discusión tributaria requiere una visión técnica igual de fuerte a la de carácter político. Aproximarse técnicamente a las reformas, no solo es hablar en términos técnicos, sino emitir juicios de valor con honestidad intelectual.

En suma, la reforma actual está herida de muerte, su hundimiento resuelve unos problemas, pero genera otros y agrava otros más.

Ahora bien, una de las manifestaciones más complejas de la explotación electoral es que algunos quieren hacernos creer que rechazar la reforma implica salir a marchar y buscarán fortalecer sus intereses, a costa de la angustia de la gente.

El paro es inconveniente e innecesario.

Soy de quienes defiende los derechos, sin distinción, y celebro que haya ese activismo. Pero es una locura hacerlo en el pico más fuerte de la pandemia. Cada día de la semana, hemos estado superando algunos indicadores registrados durante todo el curso de la pandemia, como casos diarios y fallecimientos.

Están los derechos a la manifestación y a la reunión pacífica, de eso no cabe duda, pero también los derechos de quienes se ven afectados por los bloqueos y ahora de las personas más vulnerables al virus para evitar eventos de propagación masiva.

Parece que como sociedad no hemos aprendido nada de la pandemia. ¿Cuándo entenderemos que el cuidado de la vida no tiene color político?

Las centrales obreras dicen que el paro durará veinticuatro horas y algún político oportunista propone que sea indefinido. En uno u otro caso, es un abierto desafío a los toques de queda que van a regir esos días en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla por lo que indican las cifras.

Tampoco me imagino a los manifestantes gritando con doble tapabocas, llevando su alcohol y guardando el distanciamiento. Creerlo sería ingenuidad al 1800%.

Lo que realmente sirve es una presión electoral, que los congresistas sepan que la ciudadanía está atenta a cada medida y que no se toleran las irrazonables e inequitativas.

Nadie entre los congresistas, que son quienes deciden, va a enterrar su carrera política apoyando las medidas fuertemente rechazadas por los ciudadanos. Y ese rechazo no tiene por qué manifestarse necesariamente en las calles.

En cuanto al Gobierno, es urgente un plan B, que para nada descarta que la retiren, la corrijan y la vuelvan a presentar, ojalá construyéndola con voces lo más diversas posibles, dentro y fuera del Congreso. No encerrados en un cónclave de entidades directivas en lo económico.

En cuanto a los ciudadanos, ojalá resistamos a los engaños del oportunismo electorero de quienes pretenden cimentar sus campañas sobre el desorden y la irresponsabilidad social y hagamos el mayor paro de la historia de este país en 2022. El que realmente sirve: Un paro a la abstención.

@ortegasebastia1

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Redacción Minuto30

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