Aunque la mina se vista de seda, mina se queda

En la arquitectura, el diseño y la publicidad se utiliza la palabra render para describir una representación gráfica muy realista de un espacio, que bien puede ser un edificio, una habitación o un paisaje.

Esta representación gráfica es elaborada con un programa de computador especializado, y su principal objetivo es dar la apariencia más realista posible a la imagen del espacio que está representando.

Mediante técnicas de computador muy avanzadas y con amplio conocimiento de su oficio, el artista crea una serie de efectos ópticos que se asemejan lo máximo posible a la fotografía de una situación concreta del mundo real.

Aunque se trata de una imagen ficticia, su realismo permite transmitir ideas específicas asociadas a dicha situación, como seguridad, comodidad, amplitud y lujo, entre otras.

Niños montando en triciclos eléctricos por senderos que solo existen en planos; apuestos hombres parqueando autos último modelo al frente de un hotel de lujo que apenas es una idea; enormes sistemas de transporte sin aglomeración de personas bajo un despejado cielo azul; todas estas imágenes y muchas más, cuál más realista, se pueden crear con un render.

Un render le sirve tanto al asesor de propiedad raíz para mostrar su futura vivienda al potencial comprador, aunque no hayan colocado el primer ladrillo del edificio, como al promotor financiero para presentar su proyecto a inversionistas interesados, así el banco no haya realizado el primer desembolso de dinero.

Precisamente, por tratarse de una representación gráfica que pretende ser lo más realista posible y que, por lo tanto, tiene la capacidad de “engañar” a un observador desprevenido, los códigos de autorregulación publicitaria y las normas de comercio recomiendan y exigen que este tipo de imágenes vayan acompañadas de una leyenda de advertencia y aclaración.

En la mayoría de los casos, esta leyenda dice algo así: “Esta representación gráfica es una creación libre del artista y no compromete a los promotores del proyecto. El resultado final puede no corresponder a las imágenes aquí presentadas”.

La empresa sudafricana que pretende desarrollar un proyecto de minería metálica a gran escala en el municipio de Jericó, Suroeste de Antioquia, hace uso de los mencionados renders en reuniones de socialización con la comunidad campesina, en videos que distribuye por canales digitales y en su millonaria publicidad en periódicos y revistas de alcance nacional.

Utiliza este tipo de imágenes para mostrar bosques de especies indefinidas que no han sido plantados, parques que no son más que propuestas, arroyos de aguas cristalinas que salen de una mina, coloridos jardines alrededor de una zona de aprovechamiento y muchas otras situaciones ideales, completamente distintas a la realidad de los proyectos que ha desarrollado alrededor del mundo durante varias décadas.

Sin embargo, en ninguna parte y bajo ninguna circunstancia exhibe la leyenda de advertencia y aclaración que debe acompañar a un render, si nos atenemos a los códigos de autorregulación y a las normas colombianas de comercio.

Al fin y al cabo, su actividad se rige por el Código de Minas (Ley 685 de 2001) donde, en efecto, no aparece ningún artículo ni parágrafo relacionado con el uso de imágenes ficticias como mecanismo de persuasión a la comunidad y a la opinión pública sobre las bondades de un proyecto minero.

Pero ningún render, por realista que aparente ser, podrá esconder la aterradora verdad que traería el proyecto minero a Jericó y al Suroeste de Antioquia: en la parte alta de la montaña, un enorme cráter y un amplio hundimiento superficial por donde nunca más se podría caminar; y en la parte baja, más de 170 hectáreas cubiertas para siempre de desechos mineros tóxicos y un flujo eterno de aguas ácidas que envenenarían todo a su paso, por mencionar solo dos de sus nefastas consecuencias.

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Mesa Técnica del Suroeste de Antioquia

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