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Cáceres (España), 2 may (EFE).- Cierres perimetrales, cuarentenas y limitaciones de aforo son medidas para controlar la pandemia que han afectado a bodas y comuniones en todo el mundo, por lo que una solución ha sido retransmitir las ceremonias en línea y conseguir que cientos de personas fueran testigos a distancia, incluso desde América, lo que no ha mermado la alegría e ilusión de siempre.

Y es que la pandemia obligó a muchos contrayentes a posponer la celebración hasta que bajara la ola de contagios, como es el caso de Pilar Aparicio y David Alberca, recién casados en la ciudad española de Cáceres (oeste).

LOS TESTIGOS ONLINE DEL MATRIMONIO

Ellos también trasladaron la emoción del momento por internet, o al menos así se lo hacían saber los “invitados online” en los comentarios del vídeo.

“Queríamos que familiares, amigos y conocidos que no podían venir nos acompañaran ya no física sino espiritualmente en un momento tan importante. Nos han dicho que al verlo a través de la pantalla lo pudieron vivir igual de emocionados como nosotros”, explica Pilar.

Su marido, David, es natural de Perú y gran parte de su familia no pudo viajar desde su país, por lo que se juntaron todos en la casa de su abuela para verlo por televisión a través de Youtube.

Eso sí, madrugando y “algunos en pijama”, ya que por la diferencia horaria el evento comenzaba a las 07:30 horas.

A pesar de ello, relata David, su hermana, que vive en Ecuador, se levantó para arreglarse y “ponerse guapa” con su vestido de gala para acompañarle viéndolo por el móvil.

Otra pareja, Belén Lucero y Daniel Díez, relata a Efe que en su ceremonia telemática «tíos y primas compraron marisco para ver la boda, hubo una fiesta en cada casa, pusieron un proyector; la gente que estaba en casa lo vio mejor que los de la iglesia, fue como ver una película”.

Estos jóvenes de 26 y 25 años, respectivamente, se casaron en febrero en la concatedral de Cáceres, ciudad de la novia, mientras que Daniel procede de Burgos (norte), donde, por el cierre perimetral entre regiones, tuvieron que quedarse muchos familiares.

Ese fue uno de los motivos por los que decidieron retransmitir en directo la ceremonia por Youtube, además de que por las restricciones de aforo pasaron de tener 250 invitados a 70, pero sin embargo el vídeo lleva ya más de 800 visualizaciones.

Los novios no pudieron contar con música en el banquete, por lo que fue una comida “en silencio”.

“Estuvimos Dani y yo solos en la mesa, pues el límite era de cuatro personas y no quisimos elegir con qué padres sentarnos, ni separar a nuestros padres; sin embargo, disfrutamos muchísimo, fue mejor de lo que podía imaginar, no la cambiamos por nada”, asegura Belén.

Para el sacerdote Fernando Alcázar, las retransmisiones por internet no son algo temporal por la pandemia, sino que igual que hay misas en televisión, «las parroquias pueden”, aunque apunta que “lo bonito y donde más gracias se derraman es presencialmente”.

“No es lo mismo ver una foto de tu madre que ver a tu madre; pasa igual que con un paisaje», admite el cura. «Intentamos sensibilizar que no es escuchar sino participar, pero antes de que no haya nada, que conecten”, ha expuesto Alcázar.

El sacerdote Ramón Piñero oficia misa en la parroquia San José de Cáceres. Cierres perimetrales, cuarentenas y limitaciones de aforo son medidas para controlar la pandemia que han afectado a bodas y comuniones, por lo que una solución ha sido retransmitir las ceremonias online y conseguir que cientos de personas fueran testigos a distancia, lo que no ha mermado la alegría e ilusión de siempre. EFE/Vicente Roso

En su parroquia de la localidad cacereña de Alcuéscar ha puesto cámaras teledirigidas con hasta nueve tomas que él mismo maneja desde el altar para llevar las celebraciones a Facebook y Youtube.

Lleva más de 800 retransmisiones, algunas de bodas y comuniones, incluso dos funerales.

“Si hay un entierro o una boda, les ofrezco la posibilidad de emitirlo; en los funerales les pregunto si quieren que lo borre”, cuenta.

Uno de ellos fue el de un vecino de Alcuéscar, cuyo funeral, afirma Alcázar, “iba a ser masivo, avisamos a todo el mundo que solo se permitían 60 personas de aforo y al final fueron 700 las que siguieron el momento por internet”.

Y es que para las personas confinadas, dice el sacerdote, “si no hubiese sido por la cámara, no hubieran podido vivir el momento”.

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