Nos convencieron de que somos víctimas y que es mejor que los gobiernos sean los que se encarguen de resolver nuestras vidas.

Y esa baja autoestima es una de las razones por las que hay tanta envidia.

Envidia del que genera riqueza, del que hereda, del que viaja, del que cumple sus sueños por más inalcanzables que parezcan; del artista que hace música que parece sencilla y es criticado por los que creen tener una superioridad intelectual, pero a escondidas bailan y cantan esa música que consideran fatal.

Envidia que nace cuando existe la creencia de que no se es capaz de lograr lo que el otro pudo alcanzar. Una envidia que nos ciega, porque juzgamos los logros de los demás con base a las derrotas que hemos tenido en el camino; y eso nos hace pensar que esas personas alcanzaron sus sueños porque tuvieron la suerte de nacer con algo distinto.

Y es que la envidia, es inseguridad. Es el reflejo de los miedos que tenemos y que nunca buscamos enfrentar, pero que crecen cada vez más cuando nunca nos atrevemos a arriesgar y luego vemos que el que menos esperamos, alcanza una gran victoria, pues en su trabajo hay constancia y respaldo.

Creemos que hay sueños que no nos merecen

Usted que es latino y me lee, ¿alguna vez le ha contado un sueño a alguien que quiere y esa persona lo ha llamado iluso, ingenuo, tierno, o le ha dicho: “eso no es para personas como tú”? A mí me ha pasado, varias veces. Por eso, mis sueños siempre me los guardo para que el trabajo sea el que se los cuente.

Y es que el pensar que hay sueños que no nos merecen o que algunos nacen con “suerte”, es propio de los latinoamericanos, pues es un pensamiento que ha sido inculcado, y no solo por nuestras familias como pasa en países desarrollados, sino también, por los políticos que nos quieren ver pobres y amargados.

Sin duda, en todo el mundo hay madres y padres que les dicen a sus hijos que es mejor que se empleen y tengan su dinero asegurado todos los meses, a que busquen su independencia y aspiren a generar grandes riquezas.

Aquello lo dicen por los fracasos que ellos tuvieron cuando intentaron emprender y su proyecto no les salió bien. Por lo que, de manera inconsciente y a veces consciente, reflejan sus miedos e inseguridades en sus hijos con la excusa de que “no los quieren ver sufrir”, sin dimensionar el daño tan grande que hacen al dar “concejos” sin ellos ser un buen ejemplo.

Padres, madres, tíos, hermanos, abuelos y sobrinos arrogantes que se ponen la máscara de maduros y fuertes solo por la edad que tienen, hay en todas partes. Pero los latinos tenemos una particularidad distinta, porque además de las inseguridades que pudimos haber desarrollado por diferentes experiencias que han marcado nuestra existencia, hemos sido gobernados por políticos/ladrones que al tratarnos como víctimas, nos han llenado de envidia, desconfianza, ansiedad, amargura y tristeza.

“Solo no eres capaz”. Dicen los que se creen que nos pueden salvar

Si bien los políticos en general no suelen ser buenos amigos, en Norteamérica y en Europa, las personas han podido disfrutar de múltiples gobernantes que sí lo han sido, y han luchado por la verdadera libertad. Como Abraham Lincoln, Franklin Delano Roosevelt, George Washington, Winston Churchill, Margaret Tatcher, Charles de Gaulle, y muchos más que fueron patriotas de verdad.

Personas a las que realmente les importaba su país y su gente, pues además existía una urgencia por competir, por ser la mejor nación y la más fuerte. No había tiempo para hacerse las víctimas, y por eso en la historia política de potencias mundiales como Estados Unidos, existieron personajes como Theodore Roosevelt que encarnaban el espíritu y la mentalidad americana. Esa que no busca excusas para lograr lo que se quiere, que cree en el valor del trabajo y que desprecia la mediocridad en la gente.  

“Bull Moose” le decían a Teddy, pues en 1912 un anarquista le disparó en el pecho minutos antes de realizar su discurso, pero ni eso pudo detenerlo. Teddy dio su discurso mientras le sangraba el pecho, demostrando que los obstáculos están hechos para vencerlos. Figuras como él han honrado el ejercicio político en países desarrollados, donde se ha luchado por defender la importancia de no quedarse de brazos cruzados y por eso no todos se dejan engañar tan rápido.

En cambio, los políticos latinoamericanos se han encargado de hacernos creer que “el que nace pobre, muere pobre”; y que por ende, son ellos en nombre del Estado los únicos que supuestamente pueden salvarnos. Nos han hecho creer que por nuestras condiciones de haber sido el botín de los colonizadores, somos inferiores y que debemos conformarnos con lo poquito que nos dejen los sucesores.

¿Qué es lo primero que los políticos latinos le prometen a las personas? Un mejor futuro. Porque son tan arrogantes que se creen dueños de nuestro futuro. Ellos quieren que nosotros pensemos que sin ellos, nunca podremos alcanzar lo que queremos. Se creen dioses que conocen nuestro destino y nuestros más profundos anhelos.

Lo peor es que ellos saben que sin nosotros no serían absolutamente nadie. Nos necesitan y por eso se aprovechan de la baja autoestima que ellos y el mercantilismo estatal que impera, han cultivado, para prometernos el cielo y la tierra. Utilizan palabras como: “gratis”, “igualdad de oportunidades”, “justicia social”, “combatir la desigualdad”, para ganar su banca a través de la “democracia” y como el sistema permite que nunca se vayan, lo que impera es la desgracia.

Y cuando no logran conseguir el voto con poesía barata, al que nació pobre y se tragó el cuento de que morirá pobre, lo compran con una bolsa de empanadas. Dando como resultado un país con gobernantes malvados y un pueblo incapaz de tomar acción y de sentirse empoderado.

En completa ignorancia se mantiene el pueblo que además exige que sea el corrompido Estado el que lo eduque. La izquierda se disfraza de derecha y los que se hacen llamar de derecha, en la práctica también son de izquierda. Pues saben que esas medidas políticas son las que los mantendrá siempre en el poder y después el pueblo no tendrá cómo escapar y responder.

¿Y cuáles son las medidas de izquierda que empobrecen y bajan la autoestima de la gente, mientras ellos se enriquecen? Subir los impuestos, abolir la propiedad privada, prohibir el porte legal de armas, centralizar los medios, la banca, aumentar la burocracia, etc., con la excusa de que así es como se alcanza la igualdad, se otorgan los derechos que no son derechos como la salud y la educación, y se logra la justicia social.

Pasan los años y el daño no solo es económico y material; también es psicológico, espiritual y emocional. Porque al tener ellos el control de todo, limitan nuestra libertad y desincentivan nuestra capacidad de aspirar a crecer y ser más. Entonces, las promesas de construir la igualdad que alegan, destruyen el potencial de cada ser humano, que solo se desarrolla cuando se entiende que en la diferencia está la grandeza.

¿De qué me sirve tener lo mismo que el otro, si tal vez en el fondo, eso que tiene el otro no es lo que me da propósito? No todos quieren ser empresarios, algunos quieren ser artistas, deportistas, médicos, abogados, pilotos, etc., y eso no se logra dándole a todos lo mismo por años.

¿De qué me sirve que me regalen dinero, comida y vivienda, si no he desarrollado las habilidades para que esos bienes materiales no sean solo temporales? Porque en vano alguien se gana la lotería, si se gasta toda la plata en tonterías. Y eso pasa cuando se le da una herramienta a alguien sin enseñarle cómo utilizarla para que el arreglo que haga no sea solo por unos meses, sino que dure para siempre.

Con trabajo y esfuerzo se construye una alta autoestima

Aquellos que quieren todo regalado, se están subvalorando. Están ignorando que tienen un potencial y talentos que pueden desarrollar, sin la necesidad de que un político en cabeza del gobierno los tenga que ayudar.

Todos, absolutamente todos queremos ser felices. No hay una sola persona cuerda en la faz de la tierra que le diga a usted que su mayor sueño es ser infeliz. Eso simplemente no pasa. Y todos tenemos anhelos, metas y talentos que no se pueden desarrollar si vivimos en un Estado donde no hay libertad económica e individual, y si creemos que un tercero es el que nos ayudará a alcanzar ese potencial.

Cada ser humano es responsable de su vida y de todo lo que le pase. Lo que somos hoy, es el resultado de lo que hemos hecho en el pasado. Y la confianza en uno mismo no se construye esperando la ayuda del Estado, ni esperando a que todo lo que nos den sea regalado.

¿Recuerda la vez que pudo darse las vacaciones que quería con el dinero que usted trabajó? ¿O cuándo decidió empezar su negocio con los ahorros que tenía? ¿O cuándo pudo comprarse la pinta que quería? Eso se sintió bien, ¿verdad? ¿Y sabe por qué? Porque aquello que logró, fue gracias a usted. Pues los resultados que dan su trabajo y esfuerzo, hacen que usted empiece a creer en su potencial y en sus talentos.

Por supuesto que los regalos son algo muy hermoso. Pero una cosa es que alguien que quiere, lo sorprenda con un regalo; y otra muy distinta es que un político que no lo conoce y al que por supuesto, usted no le importa, le de diga que le dará “gratis” su educación o que le “regalará” el servicio de agua por unos meses.

No es lo mismo, porque no es un “regalo”, ni es “gratis”; aquello que le prometió, no ha sido pagado con el sudor de su frente, como sí lo es el regalo que le dio esa persona que lo quiere. Ese “regalo” del político y su gobierno ha sido pagado por usted mucho antes y por muchos que también se levantan todos los días para salir adelante, sin robarle un peso a alguien.

Por lo que, para darle a usted aquello que los políticos llaman “gratis”, le han robado a la gente; y no hablo necesariamente de lo que se alcanzan a robar en un contrato para supuestamente “mejorar su ciudad”; hablo de los impuestos que desincentivan a la gente y que en sí mismos son un robo, que no se hace a mano armada, sino de frente.

Se roban el resultado de su trabajo y lo peor de todo es que como la baja autoestima impera, aquellos que no le aportan absolutamente nada a la sociedad, y solo se destacan por ser unos holgazanes que a veces ni saben por qué están saliendo a marchar; exigen más gobierno y exigen que a todos nos cobren más impuestos, haciendo que el Estado tenga más poder y sea más fácil de corromper.

La confianza en nuestro potencial, hará que sea más difícil dejarnos engañar

Una persona que no se quiere a sí misma, que se desprecia y hasta se cree incapaz, es muy fácil de engañar.

Por supuesto, que construir una alta autoestima no es fácil y tampoco lo es alcanzar el éxito. Se requiere no solo de trabajo y esfuerzo, sino también de entender que muchas veces vamos a perder, pero es preferible perder que dejar de hacer. O en las palabras de Teddy: Es mucho mejor atreverse a cosas grandes, cosechar triunfos gloriosos aún marcados por el fracaso, que aliarse con esos pobres espíritus que ni mucho ganan ni mucho sufren porque habitan en la penumbra donde ni la victoria ni la derrota se conocen.”

Los latinoamericanos debemos empezar a tratarnos como si fuésemos valiosos, porque en realidad lo somos, solo que nos han hecho creer que actuando como víctimas lograremos todo. Debemos entender que es nuestra obligación hacer valer nuestra vida y alcanzar nuestro potencial, el cual no se alcanza repitiéndonos que somos especiales con el simple hecho de nacer y que el mundo nos debe algo. Se logra haciéndonos responsables y quitándonos la pereza que nos tiene amargados y miserables.   

De manera que, solo cuando cada uno de nosotros se haga responsable de su propia vida, dejemos a un lado el papel de víctima y busquemos tener éxito para servir con nuestros talentos a la humanidad y a los nuestros; no tendremos que pedirle a los gobiernos que nos den cosas “gratis”, por el contrario, les exigiremos que ellos sean menos y que nos bajen los impuestos, para que tengamos las libertades que nos ayudarán a crear confianza en nosotros mismos, y así lograr todo lo que un día nos propusimos.

@IsabellaWills

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Redacción Minuto30

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