Según ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) la palabra xenofobia se define como “aquel sentimiento de inseguridad ante la llegada de extranjeros que genera rechazo directo o indirecto a grupo de personas de diferente nacionalidad, afectando su inclusión a la vida cotidiana”.

Este fenómeno aparece cuando el arribo de extranjeros de un país geográficamente cercano a otro, sobrepasa la capacidad de atención del país receptor. De esta forma, se crean dinámicas de informalidad laboral, densificación de ciudades y en algunos casos, inseguridad.

Tras la crisis económica, social y política de Venezuela, hoy los colombianos somos vulnerables a este sentimiento.

Somos vulnerables porque según Migración Colombia, a lo largo de los últimos 5 años se han registrado 870.093 venezolanos que han ingresado al país. Otras fuentes afirman tener cifras que superan el millón de personas que, por alguna u otra razón, ven a Colombia como una salida a la crisis económica o una puerta de escape ante la persecución política de la dictadura de Nicolás Maduro.

Cúcuta, La Guajira, Magdalena y Atlántico, sumado a Bogotá, actualmente hospedan la mayor cantidad de venezolanos sin ofrecer una respuesta oportuna a la situación. Esa incapacidad de respuesta tanto del gobierno central como del nivel territorial, configura el escenario propicio para ver a cientos de ellos ocupando calles, buses y demás lugares público.

Se estima que en las ciudades fronterizas la informalidad y las ventas ambulantes ha aumentado en un 150%, y en Bogotá 6 de cada 10 personas que se suben al servicio público a comercializar productos son venezolanos según lo confirma la secretaría de gobierno.

Similar a las dinámicas migratorias de principio de siglo donde los latinoamericanos viajaban a Estados Unidos persiguiendo el sueño americano.

Hoy en día los venezolanos huyen de su país persiguiendo una opción de supervivencia, y tal como los norteamericanos vieron su estabilidad económica y social amenazada, hoy los colombianos empiezan a percibir lo mismo, con una característica particular: Colombia no tiene –ni ha tenido- una política de país receptor. En resumen, no sabemos cómo responder a la llegada de venezolanos.

Además, súmele que una pequeña –pero existente porción- de venezolanos, han decidido venir a delinquir o a integrar células de bandas criminales organizadas.

Investigaciones realizadas por Fundaredes, han afirmado que, las bandas criminales han reclutado 15.000 menores venezolanos lo cual ha desatado disputas territoriales que se expanden no solo en las zonas fronterizas, sino también a las capitales departamentales. La inseguridad termina convirtiéndose en factor que aumenta sustancialmente el miedo al extranjero.

El gobierno de Iván Duque tiene la tarea de responder a la crisis migratoria. A corto plazo con medidas de albergue y políticas transitorias de asistencia. A largo plazo, la solución está en Venezuela con un cambio de régimen.

Sin embargo, la gran responsabilidad de Duque ha de ser contener ese cáncer que padecimos los colombianos en un momento y del cual ahora somos vulnerables a producir: la xenofobia.

@DanielPenaB_

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Redacción Minuto30

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