Venezuela fue durante décadas uno de los países más prósperos de América Latina, su posición privilegiada sobre el mar Caribe, su economía diversificada y su gigantesca renta petrolera atraían la atención de cientos de miles de colombianos que veían en el país vecino una oportunidad para formarse, trabajar y emprender.

Sin embargo, la llegada al poder de Hugo Chávez al finalizar la década de los 90 cambió todo: medios de comunicación empezaron a ser censurados, el Estado comenzó a intervenir en la economía y las libertades individuales se vieron menguadas.

Así tras morir Chávez en 2013, subir Nicolás Maduro a la Presidencia y caer el precio internacional del petróleo, Venezuela se volvió sinónimo de crisis, pasando de ser una economía pujante a un país que padece hiperinflación, altísimos niveles de inseguridad y un desabastecimiento mortal de bienes, alimentos y servicios.

Convirtiéndose en una Cuba continental que según estimados del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional – CEJIL, para 2018 podría incrementar el número de exiliados en 4 millones de personas, una cifra muy por encima de los 2,3 millones que actualmente estima la ONU ya están residiendo por fuera de Venezuela.

Siendo la “cuestión venezolana” una fundamental para nosotros, porque a diferencia de Perú y Ecuador –que ya están poniendo trabas-, Colombia sigue recibiendo venezolanos sin mayor complicación, muy a pesar de que algunos están indocumentados y llegan al país sin especificar la naturaleza de su estadía ¿están de paso? ¿vienen a abastecerse? ¿o acaso piensan quedarse?

Cuestiones que no son menores si tenemos en cuenta que en Bogotá, Cali o Cucutá estamos experimentado auténticos problemas de orden público por cuenta de migrantes difíciles de rastrear. Por lo cual, urge que el Estado lleve un registro detallado de cuántos venezolanos hay en nuestro territorio, dónde están y el por qué.

Ya que, en departamentos como Santander muchos hospitales no dan abasto, lo mismo que algunas instituciones educativas que incapaces de atender la totalidad de nacionales que necesitan sus servicios, se han aventurado a atender extranjeros que están generando sobrecostos para Colombia.

Sin mencionar, que el ingreso irregular de muchos hermanos venezolanos está incrementando la informalidad laboral y desvalorizando la mano de obra local.

Necesitamos medidas contundentes como el visado o la exigencia mínima del pasaporte si queremos empezar a dimensionar el tamaño de la problemática que enfrentamos.

No puede ser que por ser solidarios estemos llevando al límite de sus capacidades nuestras instituciones. Por lo que, el control fronterizo será fundamental durante el próximo cuatrienio, lo mismo que la presencia de la Fuerza Pública en la zona de frontera y el fortalecimiento de las entidades dedicadas a la migración.

@Will95H

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Redacción Minuto30

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