Según cifras de la Secretaría de la Mujer de Bogotá, a través de la Línea Púrpura, se han registrado 115 mil llamadas por violencia de género, y un aumento durante la cuarentena del delito de feminicidio del 8,6 por ciento en comparación con el año pasado. Mientras que, el Observatorio de Feminicidios Colombia registra desde marzo 16, inicio del confinamiento, un total de 113 casos por este delito. La situación es alarmante, los casos se extienden a todas las regiones del país, el feminicidio es como un cáncer en Colombia.

Empecemos hablando de la tragedia del pasado 14 de junio en el sector de Valladolid, localidad de Kennedy en Bogotá, Heidy Jhoana Soriano, fue asesinada junto a su hija de 4 años por su pareja. El presunto responsable de feminicidio ya tenía antecedentes de violencia intrafamiliar “por celos”, sin embargo, con conocimiento del riesgo que corría, hoy lamentamos que fue demasiado tarde, seguramente las cosas podrían haber sido distintas para ella, así como para tantas otras.

El principal sospechoso ya se encuentra en la cárcel con la imputación del delito de feminicidio agravado, en medio de una investigación que adelanta la Fiscalía. Delito que, a pesar de ser tipificado como autónomo (Ley 1761 de 2015 en memoria a Rosa Elvira Cely) y cuyo objeto es generar un alto efecto penal ante la violencia de género en el país, sigue cobrando vidas, porque la cultura machista no se ha extinguido por completo en Colombia.

Así fue el caso de Daniela Alexandra Quiñonez, estudiante de octavo semestre de Administración de Empresas de la Universidad Eafit, tenía apenas 23 años, cuando fue encontrada en el río Cauca a la altura del departamento de Antioquia con señales de asfixia y tortura, además había sido despojada de su ropa. Todo parece indicar que Daniela, victima de feminicidio, se negó a tener relaciones con un amigo, y por eso le acuchilló la cabeza y luego la lanzó al río.

El presunto responsable de este lamentable caso también se le imputó el delito de feminicidio agravado, pero éste no acepto los cargos, aun cuando su versión no parece coincidir con los hechos.

Y la lista sigue, a las mujeres en Colombia las siguen matando por un simple hecho, por ser mujer, no se trata de una guerra de géneros, pero sí se trata de una lucha eterna por erradicar de la cultura la supremacía machista, algunos dirán que esto no existe, que son inventos, pero la cuarentena lo reveló, la violencia de género existe, y desafortunadamente sólo se atiende cuando ya ha sido demasiado tarde.

Para Beatriz Quintero, directora de la Red Nacional de Mujeres, “la sociedad no ha entendido que la violencia contra la mujer es un problema de todos, se sigue creyendo que es un problema de puertas para adentro, pero la casa es el lugar más peligroso para las mujeres, en donde más violan y más matan”.

Cada caso y cada historia apunta a lo mismo, las víctimas buscaron ayuda, tenían miedo de su agresor, querían sentirse amadas, una gran mayoría denunciaron, pero antes de ser escuchadas, fueron silenciadas, y mientras tanto en los titulares seguirán apareciendo las mismas palabras: violada, asesinada, torturada, empalada, incinerada, descuartizada. Hasta cuándo.

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Redacción Minuto30

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