Este joven morirá si se queda dormido… La rara enfermedad del sueño

Liam Derbyshire/ Propiedad de la BBC

El joven Liam Derbyshire de 18 años, sufre una extraña enfermedad congénita conocida como Síndrome de Hipoventilación, la misma que se le diagnosticó desde el momento en el que nació.

En ese instante, también le pronosticaron al recién nacido, solo seis semanas de vida, sin embargo esto no se cumplió.

Eso si, sus padres y él son conscientes de que si se queda dormido espontáneamente, podría fallecer en cuestión de solo minutos.

Liam pertenece a los 1.500 casos que se conocen en el planeta con este síndrome, el cual, trata de un fallo congénito por el que el sistema nervioso central ordena al organismo, que si se queda dormido, no respire.

Sin embargo, su ritmo cardíaco y la presión sanguínea también se ven afectados.

Liam Derbyshire/ Propiedad de la BBC

Por tal razón, el muchacho sabe que su vida está atrapada, por lo que no debe descuidarse de ninguna manera.

Tan así, que es un cronómetro el que le indica a Liam el momento en el que debe irse a dormir y conectarse a una máquina para que lo ayude a respirar.

«Sin eso, no estaría vivo», contó su madre, Kim a la BBC.

Los órganos de su cuerpo, sobretodo su cerebro, se mantienen en jaque por la enfermedad.

Peter y Kim, los padres del muchacho, mantienen en constante monitoreo la vida de su hijo.

El futuro de Liam se convirtió en un tema cargado de incertidumbre: «No se sabe cuál es su estado mental. Desconocemos el espectro: no sabemos dónde empiezan y dónde terminan sus capacidades», cuenta el padre.

Kim, Liam y Peter Derbyshire/ Propiedad de la BBC

Ahora, la cama del muchacho es llena de cables que están conectados entre sí y a su cuerpo. Tiene también un sensor que detecta los espasmos y activa el ventilador cada vez que lo necesita, pero, usualmente debe estar con alguien que lo vigile mientras duerme.

«En cuanto al futuro de Liam, nunca va a poder ser totalmente independiente. Pero con nosotros será lo más independiente que pueda llegar a ser». Y finaliza el padre: «Somos una prueba viviente de que siempre hay esperanza».