El pasado 24 de junio se celebraron las elecciones presidenciales anticipadas en Turquía.

El ganador de la jornada fue Recep Tayyip Erdogan, quien ya completa catorce elecciones victoriosas y es considerado- por algunos- el presidente más poderoso que ha tenido Turquía, superando al padre fundador de la República, Kemal Atatürk.

El triunfo de Erdogan trajo consigo la eliminación de la figura del primer ministro y un nuevo sistema presidencialista, en donde el gobernante adquiere poderes del ejecutivo. Por lo tanto, Erdogan podrá gobernar por decreto, elegir o despedir a funcionarios públicos, designar ministros, entre otras funciones.

A pesar de que Erdogan obtuvo la victoria con el 52,5% de los votos, según la Comisión Electoral Suprema de Turquía, la ampliación de sus funciones puede desencadenar un modelo autoritario que no beneficie a la población turca.

Por ejemplo, Erdogan designó a su yerno como ministro del Tesoro y Finanzas, un jóven que al parecer no cuenta con la experiencia suficiente para el cargo y quien ante el actual desplome de la lira no ha dado una rápida respuesta. De igual forma, Erdogan ha frenado la independencia del Banco Central a tal punto de que no puede subir las tasas de interés para contener la crisis económica, pues considera que no es lo apropiado pese a las recomendaciones de los economistas.

La persecución a periodistas, estudiantes, o cualquier persona que critique al gobierno de Erdogan se ha incrementado tras el golpe fallido de 2016. Según Amnistía Internacional 180 medios de comunicación han sido clausurados por decreto, violando el derecho a la libre expresión de los ciudadanos. Esta situación ha sido calificada como “muerte al periodismo” y lo más probable es que continúe tras la victoria y ampliación del poder de Erdogan.

Sin embargo, podría llevar a la Unión Europea a replantear su relación con Turquía, ya que uno de los criterios exigidos para ser miembro es la estabilidad de las instituciones que garantizan la democracia, los derechos humanos, y el respeto y la protección de las minorías.

Los retos que debe enfrentar Erdogan no son fáciles, incluso con el poder que la población turca le otorgó. Su actitud agresiva frente al gobierno de Estados Unidos ha ocasionado el incremento de los aranceles al acero y aluminio, empeorando la crisis económica; sus decisiones apresuradas; nombramientos por conveniencia y persecuciones perjudicarán el progreso y desarrollo de Turquía. Espero equivocarme, pero considero que Turquía no va por un buen camino, ya hemos visto en casos como el de Venezuela, Siria, Libia, entre otros, el daño que puede ocasionar el tener un jefe de Estado con exceso de poder.

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Redacción Minuto30

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