En los seis meses que llevo viviendo en Medellín, me he encontrado con distintas personas. Al principio  -antes de la cuarentena- en la añorada forma de contacto natural y luego con el distanciamiento virtual o el tapabocas que tanto nos cuesta. Hablé con taxistas, empleadas de comercio, administrativos, mecánicos, montallantas, guardias de seguridad, porteros, dueños de negocios, médicas, señoras de limpieza y empresarios. Fue de manera casual, espontánea y por distintos motivos propios de un recién llegado que busca instalarse con su familia.

Con naturalidad me trataron muy bien, se expresaban en forma educada y escuchaban con atención  mis requerimientos, para ayudarme a resolverlos.

Sin habérmelo propuesto encontré entre estas personas, un delgado hilo común que llamó mi atención y me sorprendió gratamente. Sentí en todos los casos que trataba con gente orgullosa de su trabajo, de su tarea. Cada uno en lo suyo estaba feliz, al menos eso percibí, ya que no le pregunté a nadie.

No sé si esto forma parte de la Cultura Paisa o es bastante habitual en Colombia. Pero es un bien preciado y muy valioso que han logrado desarrollar en Medellín. Ojala se mantenga y se extienda este orgullo por trabajar, contagiando a muchos territorios.

He viajado y he vivido en otras ciudades, además de mi querida y no extrañada Buenos Aires donde nací y viví muchos años. Y nunca me pasó algo así. Haciendo memoria diría que todo lo contrario, que por lo general me encontré con gente disgustada con su trabajo, otros que querían hacer otra cosa y algunos pocos felices con su tarea. Y muchos, pero muchos casos, que simplemente no querían trabajar y esperaban realmente que la sociedad o el estado los mantenga.

Es triste ver como una sociedad por varios motivos y después de muchos años, rompe la “cultura del trabajo”. Es grave, preocupante y muy difícil de reparar. Lamentablemente no se ha descubierto todavía una vacuna contra la pereza.

Creo profundamente en el Trabajo, el cual no solo provee el dinero que uno necesita para vivir y desarrollarse. Es fundamental para la autoestima, la salud mental y emocional. Es un engranaje fundamental para la vida en sociedad, donde todos intercambiamos bienes y servicios que nosotros mismos producimos y consumimos.

No es lo mismo lograr algo con el sudor de la frente o de las manos, que recibir un subsidio o una herencia.

Veo en la Cultura Paisa, este amor por trabajar con orgullo y me siento identificado. Me contagia, me inspira respeto y admiración. Quiero trabajar así todos los días, cumpliendo mi tarea, simplemente feliz.

El trabajo dignifica y da sentido a nuestras vidas. Considero muy importante trabajar, generar empleos y servicios y mantener la “Cultura del Trabajo”. Lo veo como un mandato Político y Social sumamente importante, que ojalá esté bien arriba en las prioridades de nuestros líderes y nuestra gente.

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Redacción Minuto30

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