Después de la muerte de Karol Wojtyla, parecía ser que el mundo se había quedado sin lo más parecido a lo que sería un santo viviente; un hombre justo, de mirada limpia e inspiradora, de profundas convicciones y causas, de gran calidez y acciones controvertidas, aunque por lo general para bien. Esto es lo que muchas personas reconocían de manera espontánea en Kofi Annan, el secretario general número siete de la Organización de las Naciones Unidas quien dejó este mundo hace apenas unos días.

Kofi Annan, quien nació hace ocho décadas en lo que es hoy territorio de Ghana y quien, si bien creció en el seno de una familia acomodada, desarrolló su vida y carrera entre dos mundos, por un lado, el mundo de la diplomacia internacional de primerísimo nivel y por otro, el de los ambientes de conflicto marcados por guerras, pobreza, injusticias, violencia, desastres y necesidades, que le demandó un arduo trabajo por más de 5 décadas en la ONU.

Kofi Annan desarrolló su carrera casi en su totalidad en esta Institución, a la que se unió en 1961, en donde fue durante varios años cabeza del organismo para el mantenimiento de la Paz (UN Peace Keeping operations) y luego, de 1997 a 2006 Secretario General, destacándose por su compromiso por la justicia y por hacer de la ONU un organismo más efectivo y presente, trabajo que precisamente le valió el premio nobel de Paz en 2001.

Extensa es la lista de sus cargos y participaciones en instituciones humanísticas, entre ellas, la dirección del grupo ¨The Elders¨ fundado por Nelson Mandela, la presidencia del Africa Progress Panel, su participación en la alianza por la revolución verde en Africa (AGRA) o la dirección de la Fundación Kofi Annan con sede en Ginebra.

Annan fue además un visionario que ya hablaba, por ejemplo, de conceptos como la sostenibilidad corporativa a finales de los años 90, término hoy firmemente establecido, o que desarrollara iniciativas tales como el pacto global de las Naciones Unidas, que en 1999 convocó a grandes líderes empresariales para promover un mundo más humano basándose en 10 principios relacionados con el medio ambiente, los derechos humanos, prácticas laborales justas y anticorrupción; Annan apoyó igualmente programas internacionales para combatir el sida y el ébola.

Durante sus años de trabajo con la ONU, Kofi Annan tuvo innumerables logros en favor de la justicia, la paz y el bienestar de las naciones, pero también tuvo que enfrentar los más terribles conflictos que llegaron a desencadenar eventos de violencia sin precedentes, que no pudieron ser contenidos en su momento por las labores de la organización; ya fuera, por falta de apoyo y recursos de algunas naciones, o por falta de consenso y efectividad en la toma de decisiones de los sub-organismos internos de la ONU; tal es el caso del sangriento conflicto étnico de Ruanda en 1994 entre tutsis y hutus o solo un año más tarde, de la masacre de bosnios musulmanes en Srebrenica.
Pero fue en 2012 cuando Annan protagonizó un hecho atípico en la diplomacia internacional y fue el de renunciar a una misión mientras era el enviado especial de la ONU para el conflicto en Siria.

A lo cual se refirió como ¨el haber perdido mis tropas de camino a Damasco¨ y sobre lo cual, había advertido al consejo de la ONU que era una tarea imposible si no se trabajaba en conjunto. Tiempo después, haría mención a su retiro de aquella misión como un acto del cual tenía la esperanza que hubiera dejado un poderoso mensaje para la solución efectiva de conflictos tan terribles.

Recientemente, este año, Annan hablaba jocosamente de un retiro de su carrera que no llegaba y que era tema habitual con su esposa, y es que un grande no puede renunciar a su llamado ni a la nobleza de su ser.

Ese era Kofi Annan. Que su legado perdure y su causa sea continuada.

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Redacción Minuto30

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