Se desató una airada polémica en las redes sociales a causa de la publicación de la Resolución 350 del Ministerio de Agricultura, que normatiza las cuotas establecidas para la pesca en aguas oceánicas para el 2020; En su articulado aparece lo reglamentario respecto al peso en toneladas de algunas especies de tiburón que son permitidos para los pescadores artesanales, esto no es nuevo, lleva once años estipulándose dentro de las resoluciones de dicha cartera ministerial.

Esta permisividad a la pesca artesanal, viene dada por las condiciones económicas de pescadores y residentes de zonas costeras, donde en el marco de su actividad principal de sustento, podrían incidentalmente capturar especies de este tipo lo que en aras del aprovechamiento, es permitido para su uso por parte del Gobierno. Esto no ocurre a nivel de la pesca industrial la cual tiene prohibido la captura de este tipo de animales en su práctica normal (en teoría).

La versión 2019 de la resolución, incluye un ítem que despertó indignación en la comunidad y corresponde a la tonelada de aleta de la especie Carcharhinus Falciformis, un tiburón que convive en nuestras aguas oceánicas y cuya apéndice es apetecida en el mercado oriental, donde Chinos, Japoneses y cercanos le atribuyen cualidades afrodisiacas, allí, se constituye en un signo de lujo y poderío económico por el alto costo de su comercialización.

La aleta, ha sido apetecida por algunos comerciantes y pescadores en diferentes latitudes del planeta por su alto valor, usando acciones aberrantes para su adquisición, verbigracia, la captura del tiburón en la cual se cercenan sus aletas y posteriormente se arroja al mar: herido, indefenso y sin movilidad alguna; posteriormente en las profundidades solo le queda esperar una muerte cruel y atroz.

Esta práctica inhumana se denomina: Aleteo y ha sido condenada en muchas zonas del planeta, se realiza dado que el peso de carne de tiburón tiene un valor inferior en muchos ceros al de la aleta, esto hace que el espacio que se requiere para el transporte de dicha especie afecte la posibilidad de llevar a costas otros peces de mayor rubro económico para los pesqueros, lo más fácil, deshacerse de él.

Colombia es uno de los países donde el aleteo es condenable, sin embargo, existen ciertas dudas alrededor del tema de la inclusión de la aleta en dicha resolución y la permisividad brindada a la pesca incidental, la cual puede aparecer en pesca industrial y la artesanal.

Para la pesca artesanal, el monto en toneladas de tiburón es demasiado para referir a coincidencias en su captura; en cuanto a la pesca industrial, las mallas que usan las industrias pesqueras cuentan con extensiones hasta de 40 kilométros de distancia, por tanto la escapatoria no es tan simple para que se refieran a un accidente. A este tipo de pesca, les es permitido usurpar del mar el 30% del peso de la captura de peces en tiburón.

Vemos de forma angustiante, como varias especies se encuentran en peligro de extinción o en riesgo; esto según clasificaciones técnicas. Cinco de las especies autorizadas por Ministerio de Agricultura se encuentran dentro de uno de los apéndices del CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) que cataloga los animales según su riesgo y de los cuales, nuestra permisividad aportará a su dramática desaparición.

Desconozco la forma como hacen los controles en extensiones vastas de aguas donde es posible internarse a libre albedrio. Es común la presencia de barcos pesqueros internacionales que hacen de las suyas para tomar cuenta de la vida de animales que son importantes no sólo como seres vivos, sino también por encargarse de mantener un equilibrio en los ecosistemas oceánicos; En Áreas protegidas como la reserva Sea flower reportan presencia de barcos pesqueros no autorizados al igual que en zonas como Galápagos y Malpelo, ¿qué más podríamos esperar?

En Colombia adolecemos de información veraz desde el punto de vista biológico y desde las evaluaciones poblacionales que permita tener la certeza de tendencias adecuadas. En este orden de ideas, es difícil tener la garantía técnica de conservación, donde se conozca de primera mano la capacidad de reproducción, el número real de individuos, etc.

El tema de la presión que ejerce la actividad pesquera es importante, pues esto implica una vulnerabilidad explícita más la resiliencia biológica que pueda emerger a partir de la misma.
No es lo mismo capturar un individuo joven e inmaduro o a una madre gestante; el futuro de las especies dependen de la capacidad de recuperarse, de reproducirse.

Algunas de ellas, por ejemplo tienen tasas de reproducción muy bajas; El caso específico de la Sphyrna Corona, una rara clase del tiburón martillo, que tarda casi 10 años para lograr su madurez sexual y se le suma su problemática para reproducción. La resolución permite 2,1 toneladas de aletas del mismo, las mismas según estudiosos no pesan más de 20 gramos, para obtener esta cantidad la masacre debería involucrar más de cien mil tiburones y si se suma a su lenta recuperación, su extinción podría verse prontamente. Esto solo para citar un ejemplo. La presión antropogénica afecta mucho a las especies particularmente en un mar que no tiene control adecuado en su inmensidad y sus vastas extensiones.

Para mi sigue siendo inentendibles las razones por las cuales el antropocentrismo se dedica a usurpar todo aquello que se encuentra en el planeta, todo es tristemente aprovechable y de esta forma, nos hemos ido encaminado a una extinción a pasos agigantados afectando no sólo la cuantía en especies, sino también el planeta que habitamos; todo esto es justificado frente al poderío económico, el ánimo de lucro y allí llega la responsabilidad del estado que en vez de garantizar el bien común, que incluye aquello que permita preservar el planeta, se escuda en las argucias legislativas para llegar a la permisividad. (Recordemos los nuevos acercamientos Colombianos, a los países orientales)

Considero que hay muchas alternativas hoy por hoy para el consumo, sin embargo, nuestros caprichos siempre nos llevan a querer hacer presa a los demás de nuestros deseos. Esto me trae remembranza de un video muy infortunado que tuve la posibilidad de ver, donde orientales, se encargaban de servir un pez que provenía de un sartén donde su cabeza permanecía por fuera en franca agonía para sofreír solo la parte media del cuerpo y así mismo llevarlo al plato “fresco” donde indolentes, los comensales disfrutaban de la “exquisitez” de su dolor , pues mientras era atravesado por tenedores y cuchillos, él aún exhalaba débiles alientos.

¡Por Dios! acaso ¿qué somos? , para mi, infortunadamente no me queda más que pensar que somos los peores torturadores y sádicos que han podido habitar este planeta, donde cualquiera que desee sentar su voz de protesta es visto como un disociador o es atacado a pesar que defienda el bien común; Las teorías conspirativas en torno a Greta Thunberg, quien en mi perspectiva solo clama por la continuidad de la vida en un futuro no tan lejano en el mundo y la habitabilidad en un planeta condenado al exterminio, son un ejemplo de ello.

Los controles son necesarios, las infortunadas cuotas, revisadas y sobre todo, la educación en preservación y cuidado del medio ambiente debería orientarnos a generar alternativas diferentes a aquellos que requieren del abuso de los animales para su subsistencia, ¿Qué tal hacer de ellos “cuidadores” de la vida en el mar?

Fundación O.R.C.A
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Redacción Minuto30

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