Cientos de cadáveres de yihadistas muertos en Sirte esperan aún su destino Vista general de un cementerio en Misrata (Libia). EFE/Archivo

Cientos de cadáveres de yihadistas muertos en Sirte esperan aún su destino
Vista general de un cementerio en Misrata (Libia). EFE/Archivo

Apilados en contenedores, etiquetados y en su mayoría identificados, más de 700 cadáveres de presuntos combatientes de la organización yihadista Estado Islámico esperan en la ciudad libia de Misrata que un juez decida si deben -y donde- ser sepultados.

«Son de hombres que batallaron durante la ocupación de Sirte. Fueron recogidos tras la liberación de la ciudad (el pasado mes de diciembre) y trasladados a estas cámaras refrigeradas», explica a Efe un miembro de la autoridad responsable de su cuidado.

«La mayor parte de ellos proceden de países extranjeros, en su mayoría de Túnez. Nadie los ha reclamado», explica el hombre, que prefiere no ser identificado.

A escasos metros de las cámaras, en situación precaria, sin apenas instrumental ni condiciones ambientales, un pequeño grupo de forenses trabaja en la identificación de los cuerpos, algunos de ellos mutilados.

Extraen muestras de ADN, los fotografían, buscan algún tipo de marca, los clasifican por raza y color y a aquellos que tienen algún tipo de documento, se les adjunta a las bolsas blancas tras ser inventariados.

«Es lo máximo que se puede hacer. De muchos tenemos su nombre y su nacionalidad. Pero de otros ni siquiera estamos seguros de de dónde vienen. Hay pocos libios. Abundan los sudaneses, egipcios y tunecinos. También hay otros de países subsaharianos», explica el responsable.

Milicias englobadas en la rama libia del Estado Islámico tomaron la ciudad de Sirte, lugar de nacimiento y muerte del dictador libio Muamar al Gadafi -depuesto en 2011-, en febrero de 2015 con una demostración de fuerza desconocida en Libia.

Cientos de combatientes, subidos a decenas de furgonetas nuevas de la marca Toyota estilo «pick-up», artilladas con todo tipo de cañones antiaéreos y con la bandera negra del califato al viento, entraron en la localidad sin apenas oposición.

Radicales procedentes de la vecina ciudad oriental de Derna, corazón del yihadismo en Libia, de Siria y de Irak, habían preparado el terreno en la ciudad costera, que convirtieron en el bastión fanático más a occidente, al estilo de Mosul o Raqqa.

Su reconquista exigió un año de preparativos y seis meses de combate que causaron el desplazamiento a la vecina Misrata de cientos de miles de personas, y la muerte de más de un millar de soldados, todos ellos alistados en una alianza formada en torno al Gobierno de Acuerdo Nacional sostenido por la ONU en Trípoli.

Iniciada en mayo de 2016 bajo el nombre de «Buyan al Marsus, la ofensiva solo comenzó a ser exitosa en agosto de ese mismo año, fecha en la que entró en acción la aviación de guerra de Estados Unidos establecida en Italia.

En diciembre, la mayoría de los yihadistas habían huido hacia el desierto -donde ahora han comenzado a reagruparse- y las tropas de Misrata tomado el control de una urbe arruinada, sembrada de bombas trampa, cascotes, y aún de cadáveres.

Esta misma semana, voluntarios de la Media Luna Roja libia hallaron varios cuerpos en avanzado estado de putrefacción en una de las escuelas de Sirte, durante los trabajaos de reconstrucción de la misma.

Según Fawzi Al-Fitouri, jefe de la división de la Media Luna en Misrata, uno de los cadáveres hubo de ser rescatado con extremo cuidado ya que aún mantenía adosado un cinturón cargado de explosivos.

«Estamos a la espera de que el juez dictamine qué hacemos con ellos. Toda la información recibida ha sido enviada al Fiscal General, que es quien debe decidir», explica el responsable de esta atípica morgue.

«Parece ser que se han iniciado contactos con los países de aquellos cuya identidad y origen conocemos. Pero nadie quiere hacerse cargo», explica.

«Las familias probablemente porque no quieren ser señaladas o incluso porque son parte de las fuerzas islamistas. Y los gobiernos igual, no quieren ser vinculados con esta gente y tampoco saben que hacer con ellos», agrega, por su parte, un miembro de los servicios secretos árabes en la zona.

Especialmente Túnez, que con cerca de 3.000 voluntarios es el cuarto país del mundo en número de ciudadanos alistados en las filas del Estado Islámico en Oriente Medio y el norte de África, solo superado por Rusia, Arabia Saudí y Jordania.

Yihadistas tunecinos instruidos en campos de entrenamiento establecidos en Libia, especialmente junto a las ciudades de Derna, Sirte y Sabratha, próxima a Trípoli, atentaron en 2015 en su propio país, matando a 72 personas, 60 de ellas extranjeros, y hundiendo su turismo.

Una amenaza aún viva en toda la región, ya que en los últimos meses se ha detectado un aumento de la actividad radical en torno a Sirte, una ciudad herida todavía arruinada y salteada de cadáveres -se calcula que más de 2.000 combatientes extranjeros murieron y fueron enterrados- que se pudren mientras esperan su destino. (EFE, Mohamad abdel Malek)

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Redacción Minuto30

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