EFE

En medio de su obsesión por ser protagonista de los avances del futuro, China echa también la vista atrás y cada vez son más las instituciones que están apostando por desenterrar a sus soldados muertos, sin importar la guerra en la que lucharon, y darles una identidad.

«Pensamos que, si un país no piensa en su historia, es como no tener futuro. Tenemos que darle respeto a nuestros héroes que murieron luchando por nuestro país», cuenta a Efe Hui Li, decano de la Facultad de Antropología de la Universidad de Fudan.

Ubicada en la ciudad de Shanghái, este centro de estudios es una de las instituciones que cuenta con el proyecto más grande de identificación de restos de soldados, con más de medio millar, que han llegado al laboratorio en distintas circunstancias.

Y también con la base de datos más amplia, con datos biológicos de más de un millón de personas que los han donado a la institución para participar en distintos proyectos.

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«Los chinos tienen mucha curiosidad por su historia, les gusta saber sus orígenes. Gracias a la base de datos, hemos encontrado coincidencias de personas que resultaron ser descendientes de emperadores de la dinastía Han», explica a Efe sobre el «armario» de metal que reposa en una esquina del laboratorio.

Y también coincidencias con soldados. En concreto, han identificado a tres desde 2015. «Sabemos que son pocos, pero esto es solo el comienzo y las posibilidades de multiplicar ese número son muy grandes porque vamos ampliando la base de datos y también mejorando las técnicas de identificación», explica Hui.

La historia de uno de los cuerpos identificados la publicaba hace unos días el diario local China Daily: el soldado D02324 recuperaba su nombre, Zou Kaisheng, y era entregado a su familia.

Su nieta, Zhang Jihong, declaraba que encontrar a su abuelo, muerto en la Segunda Guerra Mundial, había sido la lucha de la vida de su madre, hasta que en abril les avisaron de que los restos podían estar enterrados en la provincia septentrional de Shanxi. El laboratorio de Fudan fue el encargado de realizar la identificación.

Según Hui, apoyados por fondos provenientes generalmente de fundaciones, investigadores y estudiantes de la Universidad y otros antropólogos participan en las labores de identificación de los cuerpos, que comienzan en los lugares de enterramiento.

Abren fosas o tumbas en cementerios locales y de cada cuerpo extraen una muestra, generalmente un trozo de hueso, que es el que transportan al laboratorio para analizar. A falta de nombre, identifican cada cuerpo con un código, como lo fue el D02324 de Zou Kaisheng.

El proyecto de identificación de soldados llegó a Fudan en 2015, después de que la Fundación LongYue de la ciudad de Shenzhen se pusiera en contacto con ellos para viajar a Myanmar, adonde unos 100.000 soldados chinos fueron enviados en 1942 a luchar contra los japoneses.

La mitad no volvieron y sus cuerpos permanecen en el país, enterrados en tumbas o cementerios destruidos. La fundación ha traído a al menos 347, analizados por Fudan, cuyos cuerpos fueron repatriados a China y enterrados en un cementerio de la provincia meridional de Yunnan.

«Cuando fuimos a Myanmar, vimos que los japoneses tenían un cementerio muy bonito, y los británicos también, pero el chino estaba totalmente destruido y pensamos que era una vergüenza y que había que hacer algo. Que si el Gobierno no lo había hecho lo teníamos que hacer nosotros», apunta Hui.

Y es que muchos de esos soldados no pertenecían al Ejército Comunista, hoy conocido como Ejército Popular de Liberación de China (PLA), sino al Kuomintang (o Partido Nacionalista Chino), ya que ambas armadas firmaron una tregua a su Guerra Civil entre 1945 y 1949 para luchar juntos contra los japoneses.

Tras la Segunda Guerra Mundial, la tregua se rompió, continuó la Guerra Civil que dio la victoria al bando comunista y los muertos continuaron enterrados hasta ahora, que comienzan a hacerse esfuerzos por honrar a todos los que perdieron la vida por China.

«El Gobierno está cambiando muy rápido. En la celebración de la fundación de China llegaron a incluirse soldados de las viejas armadas, todos los que lucharon contra los japoneses. Además, se está dando cada vez más dinero a causas como la nuestra», señala Hui.

También en 2015, la Academia de Ciencias Militares del PLA anunciaba el nacimiento de otro proyecto para enviar de vuelta a casa a soldados chinos muertos en la Guerra de Corea (1950-1953) y para crear una base de datos de familiares.

Hasta el momento se ha obtenido el ADN de 494 restos y hace unos días anunciaron sus primeros resultados positivos: seis soldados que han sido devueltos a sus familias, con sus nombres y sus apellidos.

Paula Escalada Medrano

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Redacción Minuto30

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