Campesinos colombianos curan heridas del conflicto con proyectos innovadores

Campesinos colombianos curan heridas del conflicto con proyectos innovadores

Entre una naturaleza colorida por árboles frutales y verdes montañas aparece en San Carlos, un paraíso lleno cascadas que ha cicatrizado las heridas del conflicto armado gracias a la valentía de campesinos que regresaron para reconstruir esta población con la agricultura, la cría de peces y cerdos.

Este municipio del departamento de Antioquia, otrora campo de batalla de guerrillas y paramilitares, invita a la relajación y es sinónimo de progreso, el mismo que se truncó entre 1985 y 2006 por el desplazamiento forzado cuando pasó de 26.000 habitantes a 11.000.

De eso da testimonio Bernardo Zuluaga y su finca en la vereda Calderas, donde fotografías en las paredes cuentan una tragedia y el renacer con un programa de porcicultura que tiene la ayuda de la gubernamental Unidad de Restitución de Tierras (URT).

«En la finca me dedicaba al plátano, al café y al ganado, ahora estoy con cría, levante y engorde de cerdos, un trabajo de constancia», relató Zuluaga, de 62 años, que en 2001 se marchó a Medellín cuando paramilitares eligieron «a dedo» a sus víctimas en un autobús para consumar una masacre en la que fue asesinado uno de sus hermanos.

En ese tránsito de labriego a porcicultor, práctica que en buenas temporadas le permite vender hasta 45 lechones, Zuluaga vivió un retorno lleno de nostalgia al encontrar «destruido lo que me dejaron mis viejos».

Pero ahora «ya se puede dormir hasta con las puertas abiertas», dice sobre la nueva realidad del pueblo y su finca, que antes tenía la entrada vedada por minas antipersona y a donde ahora acuden sus vecinos a comprar cerdos atraídos por su «buena fama».

Entre las reconstrucciones exitosas también está la conseguida por Claridel Galeano, del caserío Arenosas, donde su extensa finca, de la que huyó en 2003 por el conflicto, fue convertida en una propiedad dedicada al turismo y la piscicultura con seis estanques que albergan en promedio 6.000 peces.

En los lagos de sus vecinos aprendió los secretos de esta actividad y luego fue más allá en su proyecto apadrinado por la URT.

«Innové. No quería tocar puertas y ofrecer el pescado. Pusimos un lugar de pesca deportiva, donde la gente saca su pescado, lo frita y se lo come. Esa idea nos funcionó», reveló a Efe Galeano, que espera recibir en Semana Santa a cerca de 70 visitantes diarios.

El proyecto «Pesca deportiva sol y sombra», bautizado así para recordar que el municipio tuvo sus momentos oscuros, recibe visitantes de Granada, San Rafael y Rionegro, así como de Medellín e incluso turistas de Estados Unidos, Honduras y hasta Japón.

«Me cambió la vida este proyecto, no solo económicamente sino en lo emocional. Ha sido todo un éxito», aseguró la ahora empresaria, quien solo pide que «no vuelva la violencia y esos tiempos dolorosos» de amenazas y matanzas.

Según un informe del Centro Nacional de Memoria Histórica, en San Carlos fueron perpetradas 33 masacres en un periodo de diez años, 30 de las 74 aldeas del municipio fueron abandonadas en su totalidad y hubo 156 desapariciones forzadas.

Esas cifras estremecedoras de San Carlos, declarado en 2012 el primer municipio de Colombia libre de sospecha de minas antipersona, tocaron directamente a la familia Cuervo Murillo con la muerte de dos de sus miembros en la masacre de Dos Quebradas, en 2003, en la que 18 personas fueron asesinadas por las FARC.

El miedo los desterró y les obligó a cambiar una próspera finca enclavada en las montañas por la dureza urbana de Medellín, donde no había trabajo.

«El campesino es de campo. No estábamos acostumbrados a estar encerrados en un apartamento», dijo Óscar Albeiro Cuervo, ahora orgulloso de su 3.000 árboles de café, que constituyen una nueva oportunidad para él, su esposa Blanca Nubia y su hija.

«Paracos y guerrilla mataron mucha gente», comentó Blanca Nubia, quien celebra el cultivo de café y asegura: «somos felices y no cambiamos a San Carlos por nada».

Árboles frutales, una huerta casera y aves de corral completan un cuadro que simboliza la esperanza no solo en la finca de los Cuervo, sino en una población que necesita mejorar sus vías, pero que tiene en la gente su mayor riqueza.

«Sueño con hacer crecer mi empresa, ofrecer empleo y ayudar a la gente», declaró Óscar Albeiro Cuervo, un campesino enamorado de San Carlos, «un pueblo acogedor con sus charcos (embalses) maravillosos».

Campesinos colombianos curan heridas del conflicto con proyectos innovadores

ACOMPAÑA CRÓNICA: COLOMBIA PAZ. MED716. SAN CARLOS (COLOMBIA), 19/03/2018.- Fotografía fechada el 15 de marzo de 2018 que muestra a Óscar Albeiro Cuervo mientras sostiene granos de café en su casa en el municipio de San Carlos, oriente del departamento de Antioquia (Colombia). Entre una naturaleza colorida por árboles frutales y verdes montañas aparece en el noroeste de Colombia San Carlos, un paraíso lleno cascadas que ha cicatrizado las heridas del conflicto armado gracias a la valentía de campesinos que regresaron para reconstruir esta población con la agricultura, la cría de peces y cerdos. EFE/LUIS EDUARDO NORIEGA A.


EFE

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Redacción Minuto30

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