Darse una apertura gradual y relativamente poder viajar a diversos lugares del país, llena de felicidad a muchos colombianos y más cuando al decretarse el aislamiento preventivo por Covid-19, algunos quedaron atrapados en un lugar distinto a donde residían. La sensación es indescriptible, es como si hubiesen pasado años sin ir a este lugar, porque a la imposibilidad de viajar decretada por el Gobierno Nacional, habría que sumarle el hecho de estar encerrados por el riesgo de contagiarse y de contagiar a los suyos.

Recorrer el camino y observar el paisaje con alguna modificación, sentir las ansias por querer llegar, con la taquicardia propia que acompaña cada curva que lo acerca más hacia el destino, pensar en las personas a quienes se añora saludar cálidamente, aclarar y ordenar las tareas establecidas por más de cinco meses para cuando llegaras a ese determinado lugar y sobre todo ir en busca de los sitios favoritos que albergan gratos recuerdos, los que durante el encierro se recordaban con nostalgia y añoranza al no poder disfrutar de ellos.

De la situación atípica que se está viviendo, podemos sacar conclusiones importantes y sobretodo enseñanzas de por vida que con seguridad marcarán nuestro paso por el mundo; lo primero es que logramos evidenciar lo frágiles que somos, que no tenemos la vida asegurada y que ni siquiera el dinero y el poder pueden comprar la salud y librarnos de la muerte; que el verdadero tesoro que tenemos es nuestra familia, que pertenecemos a un lugar, lugar que nos recarga y le da norte y sentido a nuestra vida, que debemos ver las cosas de una forma distinta, ya que no somos eternos, ni se tiene asegurado por cuanto tiempo uno mismo o los demás estamos en esta tierra , que hay que disfrutar responsablemente todo lo que nos rodea , que los problemas no son eternos y que hay que ser resilientes, que debemos cosechar amigos, propender por ayudar al otro y dar siempre gracias a ese ser superior en quien creamos.

Así podríamos enumerar mil enseñanzas más, que nos dejan este tipo de sucesos, sin embargo la pregunta se la debe hacer cada uno, y deberá de estar encaminada a evaluar cuál fue su enseñanza y cuan se es capaz de expresarla a otros e incluso de introyectarla como lema de vida.

Si bien es cierto, la reapertura oxigena la mente, les da un respiro a casi todos los sectores afectados por la pandemia y que miles de personas empiezan a ver luz al final del túnel, buscando restablecer y tratando de normalizar nuevamente la vida, es claro precisar que no podemos bajar la guardia, ni mucho menos pensar que un Decreto Nacional desapareció el virus como por arte de magia, pues la realidad es que aún permanece entre nosotros, que existe y no es un mito como algunos lo catalogan.

Pese a lo pronosticado por las máximas autoridades en la materia, de que la gran mayoría de personas nos contagiaremos, resulta cierto que aún estamos lejos de una vacuna, por lo que no podemos jugar con la salud, o malinterpretar la reapertura gradual, con la omisión del distanciamiento social y hasta el uso de tapabocas, olvidando que el gobierno trasladó en cada uno de nosotros la responsabilidad de cuidarnos.

Debemos hacernos a la idea de un nuevo hábito, que estará en nosotros por varios años y que no solo se limita al uso adecuado del tapabocas, sino también al correcto lavado de manos y a portar siempre un atomizador personal pequeño con alcohol que además sea usado para salvaguardar nuestras vidas y no una decoración más en nuestros bolsillos.

La vida no se juega y no nos podemos adormecer en una aparente calma que nos llevarán por un camino sin retorno, volvamos verdadera practica la frase yo te cuido, tú me cuidas, para lograr llegar a tiempos mejores. Que a diferencia de las batallas, donde al igual se busca el triunfo, en esta historia que estamos escribiendo el día de hoy no regresemos con decenas de caídos para hacer homenajes póstumos, al revés, que celebremos juntos la vida porque estuvo en nosotros el cuidarla y que además nos sirva para hacer cambios y reajustes necesarios desde lo más profundo de nuestro ser, modificando, reestructurando incluso estilos de vida, pues esta situación no debe ser en vano y tenemos que salir más unidos, más fuertes, más solidarios, más conscientes y más capaces de enfrentar vicisitudes y retos.

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Redacción Minuto30

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