Medellín, Bogotá y Barranquilla, asumen el riesgo de reactivar de una la economía, mientras la pandemia sigue su curso con picos altos de contagiados, muertos y UCIs ocupadas. ¿vale la pena? Creo que sí.

Desde marzo de 2020, cuando la invasión del covid-19 se convirtió en pandemia, la institucionalidad se enfrentó al reto de tomar decisiones en medio de la disyuntiva entre privilegiar la salud de las personas o sostener la dinámica económica.

Se adoptó por lo primero con total razón, pero el confinamiento forzado por semanas o meses resquebrajó el tejido empresarial y los ingresos de las gentes. Los subsidios del gobierno a las empresas y a las personas no evitaron que la vulnerabilidad y la pobreza se incrementaran, en particular la referida a los ingresos.

Las cifras son bien conocidas. En Medellín más del 60% de la población reconoció una afectación en sus entradas y más de la tercera parte se ubicó en la pobreza monetaria y la pobreza extrema. El desempleo se trepó a cifras cercanas al 20 % siendo mucho más impactante para los jóvenes y de estos, para las mujeres.

El confinamiento parcial o total contribuyó a la protección de las personas. Fueron medidas acertadas impulsadas desde los gobiernos en sus distintos niveles territoriales, siendo imposible sostener, indefinidamente, todas las restricciones.

Se fue tomando conciencia de que, en lugar de recurrir a la capacidad coercitiva del Estado para la preservación de la salud pública, era mejor convenir que es un asunto de cultura ciudadana todo lo relacionado con la autoprotección y la adopción de la bioseguridad como parte de la cotidianidad individual y colectiva.

Se entendió que debemos aprender a convivir con el bendito virus quien sabe hasta cuándo, como una de las grandes incertidumbres de esta tragedia universal. Aparecieron las vacunas en nuestro auxilio, siendo un importante paliativo, con todas las contradicciones del mundo: la enorme desigualdad entre los países para su acceso y producción, y paradojas como las observadas en Israel donde desaparecieron los contagios merced a la vacunación masiva; Italia y España donde a pesar de la vacunación se siguen presentando picos altos de contagios; y EEUU y Rusia ansiosos de encontrar en las vacunas una oportunidad fuerte de negocio, mientras protegen a su población.

Sin tener que renunciar a las grandes metas de ciudad contenidas en el plan de desarrollo Medellín Futuro, se ha dado lugar a un ambicioso plan de reactivación económica en aras de recuperar empleos e ingresos, por lo menos a los registros de antes de la pandemia.

La inversión será cuantiosa, tres billones de pesos, provenientes de fuentes nuevas como las enajenaciones y de re focalizar recursos ya contemplados en el plan, con énfasis en la recuperación del tejido social y el apoyo a los jóvenes de la ciudad como la población a privilegiar.

El camino para traducir en realidades la voluntad política del alcalde Daniel Quintero, no está debidamente despejado. Enumero tres retos:

1. Sostener la bioseguridad, dada la presión del covid que no afloja y la lentitud en la vacunación, más por falta de vacunas por parte del gobierno nacional, que por capacidad local para inyectarlas. De allí la urgencia de acelerar la vacunación por parte del sector privado, de tal manera que empresario que quiera abrir, debe garantizar la vacuna a sus empleados.

2. Lograr la articulación con el gobierno nacional, tarea no fácil pero necesaria. Muchas variables de la actividad económica dependen de decisiones nacionales, desde recursos de inversión, apoyo técnico, normativo y logístico.

3. Comprometer al sector privado. El pasado domingo 6 de junio apareció una página entera, en algunos medios escritos, dando cuenta de los significativos aportes del empresariado paisa al desarrollo de la ciudad. El costoso aviso no tiene firma, pero se supone su origen.

Soy testigo del interés de Daniel Quintero por establecer espacios de diálogo con el sector privado y lo ha logrado, en gran parte. Ha habido un sector algo renuente desde lo ocurrido en 2020 con EPM e Hidroituango, asuntos competencia del gobierno y hoy en manos de los organismos pertinentes.

Han aparecido nuevas realidades sociales y económicas que obligan a todos a pellizcarse y poner por encima de las desavenencias puntuales, los asuntos gruesos de cara a la suerte del país. La recuperación económica es un gana gana para todos.

La alcaldía de Medellín quiere poner su capacidad operativa y financiera a su servicio, como es su obligación. Pero es un actor, significativo, pero un actor. Todos los que están detrás del aviso pago del domingo, con el encabezado “Este es el aporte de los empresarios a Medellín” para citar valiosas cifras de su contribución a la ciudad, deben decir presentes. También es su obligación.

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Redacción Minuto30

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