Vivir lentamente es una práctica que quieren implementar en las grandes ciudades para evitar el estrés y las enfermedades.

Minuto30.com – En 1986 a un periodista italiano, Carlo Petrini, no le hizo gracia el nuevo local comercial de McDonald’s en la famosa Plaza España en Roma. Vio en esa novedad cómo la idea de disfrutar los alimentos naturales, sanos y comerlos despacio, con gusto, saboreando, tal cual a la usanza de la cocina italiana, se veía mellado por la intromisión de esta empresa estadounidense. Y ahí nació la ideología del Slow Food, la madre de todas las teorías de la vida en lentitud. Hoy, se han sumado slow sex, slow education, slow people…

Sin embargo, jamás esta palabra con la que se bautizó el Slow Movement encierra las connotaciones negativas de la lentitud: desidia, procastinación, pereza. Por el contrario, se aboga por la reconexión con la vida, por disfrutar el instante sin tener que avanzar angustiado por las labores del mañana. Si se hacen pocas cosas, una sola a la vez, tendremos mayor concentración, ocuparemos menos tiempo y lo haremos mejor.

Por eso, para poder lograr el objetivo de abandonar el afán, se recomienda dormir mejor, enfocarse en lo que realmente queremos hacer en la vida. Cuidar de la salud para además, tener más energía, tener mayor control de cómo se gastan las finanzas, entre otros aspectos sencillos y posibles de realizar.

Las desventajas del afán

Vivir lentamente es una práctica que quieren implementar en las grandes ciudades para evitar el estrés y las enfermedades.

Vivir lentamente es una práctica que quieren implementar en las grandes ciudades para evitar el estrés y las enfermedades.

Carl Honoré es uno de los teóricos más emblemáticos del Slow Movement y ha escrito varios libros al respecto. El más famoso de ellos es El elogio de la lentitud. Entre sus teorías, dictadas en una conferencia TED, recogimos las siguientes:
1. La rapidez desgasta la salud, la calidad de vida y la productividad.
2. Vivimos agotados debido al estrés de la aceleración cotidiana.
3. No solo se afecta físicamente quien vive en una carrera, sino emocionalmente. Y eso se refleja, por ejemplo, en parejas que se deshacen porque no hay tiempo para compartir con la otra persona.
4. No se disfruta el presente, y cada momento, por pensar en las tareas posteriores.

¿Se puede abandonar la rapidez?

Hacer todo con lentitud lleva a que lo hagamos bien: comemos mejor, leemos con tranquilidad, disfrutamos más de la compañía de la gente, incluso, se hace mejor el amor. Así lo afirma Honoré. En varias ciudades del mundo, especialmente en Europa, las jornadas laborales han ido disminuyendo en tiempo y esto mejora la calidad de vida de los trabajadores. Porque, con la intención de irse antes a casa, los empleados empiezan a ser más productivos cada hora trabajada. El millonario mexicano Carlos Slim propone una teoría que va en paralelo a esta; según él, las jornadas laborales deberían ser de tres días a la semana, de 12 horas diarias, en las que los empleados serían más productivos, sabiendo que van a tener cuatro días de descanso con sus familias.


Fuente: MedPlus
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