Ecografía en novena semana de gestación. Tomada de archivo para ilustrar la nota
Ecografía en novena semana de gestación. Tomada de archivo para ilustrar la nota
Ecografía en novena semana de gestación. Tomada de archivo para ilustrar la nota

Ecografía en novena semana de gestación. Tomada de archivo para ilustrar la nota

Según relata Telemundo, Paola Valenzuela es una chilena de 40 años que sabiendo los riesgos que habían, decidió quedar en embarazo.

Cuando la mujer cumplió las once semanas de gestación y se hizo la primera ecografía, los especialistas notaron la presencia de unas bandas o bridas amnióticas, que causas lesiones o hasta amputaciones intrauterinas, como le contó la mujer a la BBC.

El médico explicó que lo que estaba pasando con el bebé, sin embargo, le afirmó que era muy pronto para lanzar un diagnóstico definitivo, pero le pidió que rezara, «que rezara mucho».

Luego de dos semanas, se tomó una segunda ecografía, pero desafortunadamente, los resultados fueron peores. Paola preguntó sobre la vida de su hijo, y el médico le respondió que no sabía decirle si viviría en el útero, pero que afuera, no viviría nada.

A pesar de los resultados, el especialista le insistió a Paola y a su marido que rezaran.

300 años antes de Cristo, como resalta el portal Hipócrates, «padre de la medicina», había planteado que las rupturas en el saco amniótico podían generar bridas y mutilaciones en el feto.

Los estudios científicos resaltan que estas bandas se presentan durante el primer trimestre de gestación, cuando la membrana amniótica que rodea al feto, se rompe, produciendo varios filamentos fibrosos.

A pesar de que no se conoce la causa concreta, los médicos apuntan a una predisposición genética o, factores de riesgo que pueden afectar el sistema vascular, como uso de drogas, consumo de misotrospol y otras medicinas, cigarrillo, gestaciones en altura o diabetes.

Lo que le dijeron a Paola fue que era un accidente,  «que le podría haber ocurrido a cualquier otra persona».

Según los doctores, cuando la ruptura sucede tempranamente, las bandas generan un aborto espontáneo.

Eso sí, si el embrión sobrevive, los cordones «lo encierran» y mientras crece, le irán dañando el rostro, los brazos, piernas y dedos y hasta los órganos vitales, como el cerebro y corazón.

A veces, pueden generar labio leporino, malformación en la mano o amputación de una de sus cuatro extremidades.

La madre afirmó que logró ver lo que sucedía en la ecografía.»En las imágenes vi cómo mi hijo se iba mutilando mientras crecía. Al poco tiempo de gestación ya había perdido un brazo», apuntó.

En Chile, se prohíbe totalmente el aborto, por tanto, solo quedaba esperar el aborto espontáneo, o llegar a término de que cuando naciera, el bebito moriría inevitablemente.

«Sentía que mi hijo se estaba muriendo y cada día de embarazo era una tortura. Pero también tenía miedo de que se produjera un aborto espontáneo y me echaran la culpa. Tenía miedo hasta de que me metieran presa», cuenta Paola.

El embarazo avanzó, y la mujer confiesa que hasta pensó en viajar para realizarse un aborto en el extranjero, pero lo descartó.

¿Qué podía hacer yo sola en otro país? ¿A quién podía pedir ayuda?», se cuestionaba.

Ya tenía 21 semanas de gestación, la familia entonces decidió llamar a una junta de médicos en la Universidad de Chile, que luego de estudiar el caso, le informaron a Paola que a su hijo se le había abierto el cuello y la cabeza, se le había ido hacia atrás pegándosele así a la columna.

Las lesiones del bebito eran tan graves, que no podían intervenir, por tanto, le ofrecieron apoyo psicológico y adelantar el parto a las 37 semanas, según las leyes del país latinoamericano, se puede acreditar que la inducción no tiene como fin, dañar al feto.

Llegó a las 22 semanas de embarazo. «Tras una noche de contracciones, llegué corriendo al hospital. A las siete y media de la mañana nació mi hijo», dijo.

«Le pregunté a los doctores si le latía el corazón, pero me dijeron que había nacido muerto».

Cuando le preguntaron si quería ver a su bebé, a quien los especialistas describieron como «una masita», como «un tumor», Paola recuerda que su marido dijo que no, y ella afirma que tampoco quería quedar con esa imagen.

«Sabía que no tenía su carita, pero me acordé que desde la cintura estaba entero, y les pedí que me mostraran sólo las piernas. Así que lo taparon completo y me lo acercaron y le vimos sus patitas».

Hoy día, cuando el congreso de Chile debate por la despenalización del aborto bajo tres modalidades, riesgo de vida de la madre, violación o inviabilidad fetal, el médico Mauro Parra, director del departamento de Obstetricia y Ginecología del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, afirma que  «incluso en una legislación extremadamente limitada como la que se podría aprobar, el caso de Paola se incluiría casi sin discusión», como cita Telemundo.

Compartir:
  • Comentarios

  • Anuncio