Fotografía tomada el pasado 17 de diciembre en la que se registró a integrantes de la guerrilla de las FARC al conversar con observadores de Naciones Unidas, en la la sede del Mecanismo de Monitoreo y Verificación del alto el fuego, en Pondores (La Guajira, Colombia). EFE/Archivo

Intensas jornadas teóricas de historia del conflicto armado y el acuerdo de paz se entrelazan con duros entrenamientos físicos que incluyen simulacros de secuestro y evacuación de heridos; todo un reto para formar a los observadores internacionales que participan en la misión de la ONU en Colombia.

Fotografía tomada el pasado 17 de diciembre en la que se registró a integrantes de la guerrilla de las FARC al conversar con observadores de Naciones Unidas, en la la sede del Mecanismo de Monitoreo y Verificación del alto el fuego, en Pondores (La Guajira, Colombia). EFE/Archivo

La misión dista mucho de las habituales que militares de todo el mundo realizan bajo el paraguas de la ONU en otros lugares, ya que en este caso se trata de una especial en la que hacen parte de un mecanismo tripartito de verificación de cese el fuego.

En ese mecanismo, creado especialmente para sacar adelante el acuerdo de paz firmado entre el Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), también están miembros de la fuerza pública y guerrilleros.

Eso dificulta el trabajo de los cerca de 450 policías y militares venidos de una decena de países, esencialmente latinoamericanos, así como 18 españoles, algunos portugueses, suecos y noruegos, que trabajan sin sus uniformes y no portan armas.

Ellos son los responsables de recibir las armas de las FARC y, sobre todo, de coordinar el mecanismo de monitoreo y verificación (MMV) del cese el fuego, una labor delicada ya que deben trabajar con quienes durante 52 años fueron enemigos enconados.

«Lo realmente complicado es mantener la línea de imparcialidad que tiene que existir en el observador internacional (…) es donde la persona tiene que tener un sentido común bien definido», comentó a Efe el teniente coronel guatemalteco William Barrios, uno de los instructores de la misión.

Barrios reconoció que un militar de la ONU en el MMV puede sentir una mayor cercanía con su contraparte del Gobierno, también miembro de la fuerza pública, por lo que deben trabajar en ese aspecto para encontrar su línea como observadores.

«Definitivamente es una misión especial, que ha salido de los parámetros de una misión de paz normal, van a encontrar que el observador militar se encuentra plenamente uniformado, vistiendo el uniforme de su ejército, se mantiene el grado y desde ese punto de vista es especial», subrayó.

El MMV que deben coordinar está presente en las 26 áreas del país que funcionan como zonas y puntos veredales transitorios de normalización y en las que las FARC están completamente reunidas desde este sábado como parte de su proceso de dejación de armas.

Allí deben de trabajar las tres partes para constatar que transcurre con toda normalidad el proceso que concluirá previsiblemente el 1 de junio, cuando los entonces exguerrilleros salgan de esas áreas para reintegrarse a la sociedad.

Antes, habrán entregado todas sus armas, municiones y explosivos, conforme a lo establecido en el acuerdo de paz, a los miembros de la ONU.

Por ello, en su estancia en Bogotá los observadores internacionales asisten durante varias semanas a un curso en el que primero estudian el acuerdo de paz firmado el pasado 24 de noviembre.

Durante esas clases también aprenden historia del conflicto armado y acerca de la agreste geografía colombiana.

En las instalaciones del Comando Aéreo de Transporte Militar (Catam) de Bogotá refuerzan sus conocimientos acerca de primeros auxilios y conocen los desafíos naturales del país.

Ese último punto no es vano, ya que deben aprender sobre la fauna y vida salvaje de un país tan biodiverso como Colombia.

«Todos los países tienen la obligación de hacer un curso predespliegue (…) Aquí hacemos cursos de inducción para que se familiaricen con el marco particular de Colombia, con la historia de las FARC, sus regiones, climas, ambientes geográficos, posibles amenazas que pueden sufrir, seguridad y protección», agregó a Efe el teniente coronel argentino Hernán Nantillo.

Para iniciar la coordinación entre los tres componentes del MMV, en un inicio se reunió a los componentes «y se hizo todo un trabajo de capacitación», detalló Nantillo.

Ahí comenzaron a hacer «trabajos grupales para buscar cohesión e interacción».

«Fue un desafío porque en ese momento era personal de la fuerza pública y las FARC (además de los observadores) que estuvieron en un lugar siete días juntos trabajando y viviendo en los mismos lugares para llegar a esa cohesión», comentó el alto oficial, satisfecho de participar en un momento «histórico» para Colombia.

Después empezó la fase dos de formación del resto del personal. Por esa nueva etapa de entrenamiento pasan los militares y policías que llegan a Bogotá antes de trasladarse a las zonas de reunión de la guerrilla.

Una vez allí, lejos la capital colombiana comenzará la parte más delicada de su trabajo, verificar que todo transcurre según lo planeado y trabajando codo a codo con la fuerza pública y las FARC para garantizar el pleno cumplimiento del acuerdo de paz. Bogotá, 19 feb (EFE)

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Redacción Minuto30

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