Con mucha frecuencia nos topamos con personajes que presentan caras, figuras, ademanes y zalamerías tendientes a causar buena impresión en quienes los ven por primera vez. No solo eso, además quieren conservar esa imagen para poder aprovecharse de ella y hacer las trapisondas que siempre los benefician sin importarles el que otros salgan perjudicados.

Francisco Javier Saldarriaga

Esos individuos pululan como plaga que se esparce con el viento y están haciendo de ese comportamiento, una pandemia que contagiará sin contemplaciones a todos los que por falta de carácter, sean proclives a esas lisonjas y consideren cierto lo que esos tunantes manifiesten. Son ídolos sobre pedestales de arena que con la primera oleada se desmoronan dejando, en esa caída, demasiados daños en quienes están cerca.

Eso nos pasó en el 2010, se reiteró en el 2014, pero con menos intensidad puesto que la falacia de esas fachadas las descubrimos con el trascurrir de instantes que se dieron entre la posesión y los actos de desgobierno que se instauraron casi que de inmediato.

Este señor se comporta como los arquitectos de ahora que se dedicaron a la forma, la función de los espacios queda en segundo plano. De hecho ni les interesa y ni se les ocurre pensar en los aspectos constructivos de sus diseños, para ellos importa es la forma y el impacto o golpe de vista que se logra.

Se atreven a proponer edificios de diez pisos sin ascensor y en sus alcobas no cabe una cama de medidas normales. Así son las casas regaladas de este gobierno fachendoso.

Todo son anuncios rimbombantes del nunca antes que de ser cierto, ya estaríamos rondando el desarrollo del primer mundo con tendencia a sobrepasar a muchos países que, con esfuerzo, planificación práctica y pocos discursos, han logrado llegar allí después de años de desarrollo continuo, orientado a resolver los problemas con hechos y no con leyes y promesas fallidas.

¿Será que tenemos un ancestro y una cultura de la palabra sin hechos que la respalden? Con este señor parece que se ratifica esa percepción. Siempre hay un tilín diferente para cada ocasión y los hechos brillan por su ausencia.

Esto se constata con el plan de desarrollo recién presentado al congreso en donde en 700 páginas se proponen unos 200 artículos inconexos y sin unidad de materia, que pretenden esquilmar aún más al campo y darle gusto a los facinerosos de La Habana.

Allí no hay sustancia, solo fachada insulsa como la que se usa para las construcciones efímeras en los puestos de exposiciones, duran una semana a lo máximo para después pasar a ser un recuerdo, en ocasiones agradable y en otras doloroso, como será el que nos quede de estos amargos ocho años de mal gobierno petulante y promesero.

Postre: Los de La Habana están entrando en onda con esto, haciendo afirmaciones tan petulantes como: no usaremos las armas en las contiendas políticas, pero en otras circunstancias si, se desprende de las aseveraciones del delincuente que habla; ni un día de cárcel es la consigna; no somos criminales de lesa humanidad y muchas otras expresiones que se salen de toda lógica y pasan al mundo de la palabra inútil y farolera. Pero hay quien se las cree.

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Redacción Minuto30

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