Cuando el hijo del Maestro Salustiano Tapias en rueda de prensa informó que la campaña del actual espurio presidente había recibido un millón de dólares de Odebrecht, me llené de entusiasmo; creí que estábamos ante un digno hijo del maestro de obras humorista, que defendió sus principios y fue sancionado y perseguido por los gobiernos a los que criticaba sin pelos en la lengua.

Duró 14 horas, puesto que a renglón seguido el hijo del maestro desvirtuó en rueda de prensa lo que dijo sobre el ingreso de ese dinero y manifestó que no había pruebas.

El incendio sigue vivo y este señor, a no ser que estuviese bajo el efecto de algún estimulante o fuera de sus cabales, quedó como un chismoso descomunal, (Ver Twit del ¿hijo? del espurio), y como una celestina que encubre y funge de tapadera para los entuertos del peor presidente que ha tenido Colombia desde 1900 sin lugar a dudas y con mucha oportunidad de ser el más malo de nuestra vida republicana.

No se compadece que un funcionario (el fiscal) de este nivel de responsabilidad, salga con declaraciones que al día siguiente por presiones del ejecutivo y el gabinete en pleno, se desdiga y chute la pelota a un ente que de todos es sabido es un apéndice de la mayor organización delictiva, como es esa unidad nacional que ha entregado a espaldas del pueblo la institucionalidad a otra banda delictiva que se ha hecho acreedora a ser integrante del clan del terrorismo internacional.

Ese comportamiento extraño que demuestra una falta de criterio inexplicable en quien debe manejar al mayor organismo investigativo, ocasiona muchas más dudas sobre la veracidad de las afirmaciones secundarias y casi que da una certeza real sobre el ingreso de ese dinero a la campaña del presidente para que esta empresa le adjudicaran nuevos contratos y le ampliaron otros en los cuales venía trabajando y conseguidos también con mañas y untadas o coimas como lo acostumbran en esas entidades capitalinas, costumbres que malhadadamente se han irradiado por todo el país.

En estos días el secretario de transparencia de la presidencia en declaraciones a otro enmermelado, afirma sin rubor alguno que la corrupción es más frecuente en los entes territoriales, en donde el amiguismo y las componendas son el pan de cada día.

Se olvida el susodicho empleado que los contratos de mayor envergadura se adjudican y se negocian en esa capital de la corrupción y que allí, en la actualidad tiene asiento el gobierno más corrupto de los últimos 65 años, de los cuales doy fe pues los he vivido. Ni el del ELEFANTE alcanza estos niveles y es tal esa certeza que hasta su dueño se atreve a pedir que esas investigaciones y las sanciones respectivas, sean las más objetivas las primeras y las más ejemplarizantes las segundas.

Ese soborno recibido para beneficiar a la empresa corruptora, es apenas la punta del iceberg del lodazal en el que se mueve como pez en el agua este gobierno fraudulento.

Los calificativos y los sentimientos de ira son pocos para expresar el rechazo que sentimos los colombianos hacia una persona que ocupa un cargo que no merece y recibió un premio que es una burla, por parte de quienes lo otorgan y de quienes lo compran hacia un pueblo que, sin lugar a dudas, ha sido quien ha sufrido la dura y real violencia a la que lo han sometido unos cuentos terroristas que ahora se pavonean sin reato por las calles de nuestras ciudades y se consideran unos actores principales en la marcha del país. Ilusos, caraduras y desvergonzados es lo que son.

Nadie los quiere y nadie los respetará. No se vayan con ese manto a misa que el cura no los aceptará.

Postre: Gobernar es dirigir y definir estratégicamente el rumbo del territorio que se gobierna, y con frecuencia hacer seguimiento a las directrices impartidas. PHVA: Planear, hacer, verificar y actuar. Esto es lo básico, lo demás son arandelas orientadas al cacareo. Cada uno cacarea a su manera. El de la casa de Nariño se inventa los motivos para gaguear puesto que no le alcanzan para cacarear.

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Redacción Minuto30

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