Es imposible que Medellín, pueda aclimatar la paz y la coexistencia y derrotar todas las inseguridades que nos acosan: inseguridad alimentaria, personal, política, jurídica y las derrotas de la inequidad, la exclusión y la pobreza, cuando sus autoridades públicas, no renuncian al cumplimiento de sus funciones, sino que traicionan los juramentos que prestaron al tomar posesión de sus cargos, de cumplir, defender y hacer cumplir la constitución, las leyes, las ordenanzas y los acuerdos, para asegurar la realización de los principios, los valores y los fines del Estado Social de Derecho, democrático y participativo y la igualdad frente a la ley.

Nelson Hurtado Obando

He dicho y reitero ahora, que desde el 2004, Medellín ha quedado en manos no de líderes y preclaros ciudadanos TRANSFORMADORES, sino de “TRANSFORMISTAS”, esto es mirando a Medellín, desde la relación: transformación es a alta cirugía, como transformismo es a salón de belleza, a “liposucción” en quirófano de garaje.

Seré repetitivo, pero una ciudad que no lee y que además no sabe leer, (por leer “muy bien, de corrido), una ciudad que se llena de “títulos deambulantes”, no podrá jamás comprender que el transformismo, en tanto nos hace agradable el paisaje, nos conforma y apacienta los “demonios” que también habitan en el espíritu ciudadano y que solo reclaman: VIDA, LIBERTAD y DEMOCRACIA.

¡”CANIBALAZO”!, es lo que atino a decir, respecto al proyecto de acuerdo No. 300, presentado por el alcalde Aníbal, y aprobado sin consideración, ni misericordia, por el concejo de Medellín.

Medellín, es como una ciudad construida en una “Banda de Moebius”, que marcha a toda velocidad. Nos acercamos a una de sus estaciones de parada cuatrienal, vemos aglomeración de candidatos a concejo y a alcaldía, todos “nuevos”, todos ofreciendo la “renovación y la dignificación de la política”, todos llenos de un lenguaje de “lugares comunes”: movilidad, bicicletas, seguridad, educación, oportunidades, sostenibilidad, sin sustentabilidad, hablando y proponiendo desde todos los vacíos.

La ilegitimidad y la ilegalidad que impera en la administración de Medellín, al menos desde el año 2004, acaba de asestar, al “…orden político, económico y social justo…”, un nuevo golpe, no desde la renuncia, ni de la delegación de atribuciones, que el concejo haya hecho a través de la adopción como acuerdo del P.A. 300, sino desde el desconocimiento, el rechazo y la sedición oficial, fáctica y pasional, de unos y otro, contra el ordenamiento jurídico.

Tempranamente advertimos, que el proyecto de acuerdo 300, por lo menos degradaba el sentido, el alcance y los fines del artículo 29 de la Constitución, en cuanto hace obligatoria la observancia del debido proceso, en la expedición de los actos administrativos y sustentamos la crítica, en numerosos precedentes jurisdiccionales de la Corte Constitucional, como es la sentencia C-371/99 y otros precedentes que tratan específicamente sobre la “precisión y especificidad” de las facultades que se otorgan.

No fue una aventura sostener, indulgentemente, que por lo menos carecía de motivaciones, sin descartar las probables falsa motivación y la desviación de poder, entrecruzadas con la buena fe, la confianza legítima y la seguridad jurídica.

Sin duda, en la “movilidad” de Medellín, el único sistema, que como tal funciona, es el SMTPE (Sistema masivo de transporte público político-electoral), cuya “Central Inteligente”, se aloja en “Fuerte Alpujarra”, desde donde se asegura, al menos matemáticamente, que la “Banda de Moebius”, continuará con su movimiento infinito y que los “desperfectos”, al contrario, serán la ampliación de la cobertura de sus servicios, sostenibles, aunque no sean sustentables.

La “movilidad” de Medellín, sobre la “Banda de Moebius”, eliminó los “círculos viciosos”, no tiene partidas, ni llegadas, desde una misma estación, todo siempre será nuevo, novedoso, innovador, no importa que fatalmente siempre se esté sobre la misma superficie y limitados por el mismo borde y no porque sean precisamente el “Cinturón verde”, “Parques del Río”, el “Foro mundial de la bicicleta” o un concierto de Madonna, la reducción estadística de homicidios o un premio mundial a la “Ciudad capital del escondidijo”.

En la “Banda de Moebius” de Medellín, viajamos todos, con la misma velocidad y la misma dirección, claro que teniendo en cuenta, que, juntos, pero no revueltos, algo así como: unos con otros; unos con unos y otros con otros, encima y debajo “…del mismo modo y en el sentido contrario…”, de otra manera: “inclusiva, equitativa, igual”, pues desde Aristóteles sabemos que: “Una ciudad está compuesta por diferentes clases de hombres; personas similares no pueden crear ciudad”.

La ciudad, muy específicamente, es un proceso cívico, de deconstrucción (nada tiene que ver con destrucción), desde el universo cultural y desde todos los ámbitos del saber, del conocimiento humano, que en esta materia, no ha sido, no es, ni podrá ser, privilegio o exclusividad de artistas, arquitectos y su laya de instrumentos “técnicos y expertos”; tampoco podrá serlo de urbanizadores, economistas, financistas, bancos, aseguradoras, Cámaras gremiales o Lonjas.

En la cercana “estación cuatrienio”, de la “Banda de Moebius”, del SMTPE de Medellín, se apearán unos pocos y subirán unos pocos; de los “otros”, subirán pocos y otros tantos, quedarán en la estación a la espera de nueva parada.

En la “Banda de Moebius”, del SMTPE de Medellín, como en la “estación cuatrienal”, hay mucho ruido, tanto, tanto, que finalmente solo se padecen vacíos y silencios.

La deconstrucción de la ciudad de Medellín, no podrá ser llevada a cabal cuenta, mientras el lenguaje de los “unos” que esperan subir a la “Banda de Moebius”, sea de anarquía semántica, al modo de rendir homenaje al concejo de la ciudad, llamándolo “genuflecto” o hablando de sus competencias “legislativas”.

Tampoco podrá hacerse, desde la incoherencia de los “unos”, que frente al proyecto de acuerdo 300, pidieron respeto por el ordenamiento jurídico, acatamiento de la Constitución y las leyes, cuando en 2008 y desde la misma presidencia del concejo de la ciudad, propiciaron la inclusión, la defensa y la adopción del plan vial El Poblado y la valorización, lo que además propició el uso ilegítimo e ilegal de la expropiación administrativa, la destrucción de importantes “espacios públicos” protegidos desde el artículo 82 de la Constitución, la desmejora de la calidad de vida de los habitantes y la puesta de las condiciones necesarias y suficientes, para que haya más congestión vial, más autos en las vías, más contaminación, como lo dicen los estudios técnicos, que al contrario, no aconsejaban dicho plan vial y por supuesto, a sabiendas de las violaciones advertidas, a la Constitución y las leyes. Evidente que hay “unos” sin historia y desmemoriados.

Como ciudadano, se espera, que de la “Banda de Moebius” del SMTPE de Medellín, muchos “otros” ciudadanos, contribuyan a la transformación de la ciudad, generando el primer acto de su proceso de deconstrucción, que es “apearse” en la próxima “estación cuatrienio”, con la certeza, que el transformismo, iniciará un nuevo recorrido, pero sin las certezas, de llegar a una nueva estación…

La MOVILIDAD de Medellín y de casi todos los municipios de Colombia, requieren, de un SMTP, es decir de un sistema masivo de transformación política, público, pensante y que no es, ni será probable, desde el actual contexto educativo, “cortapicos” de la “razón crítica”, útil al aseo y a la “higiene”, en los vagones de la “Banda de Moebius”.

Las exigencias ciudadanas son claras: Programas de Gobierno, no más declaraciones de generalidades, respeto al ordenamiento jurídico, autoridad, participación democrática, no más socializaciones y no más ¡ARENGAS!

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Redacción Minuto30

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