El Síndrome de Intestino Irritable es una enfermedad de hipersensibilidad del intestino que se manifiesta con inflamación y dolor abdominal y alteraciones en las deposiciones. ¿Cómo identificarlo y qué hacer para prevenirlo?

Entre los 10 primeros motivos de consulta al médico se encuentra el colon irritable, una enfermedad muy frecuente y por lo tanto muy estudiada, pero de la que, sin embargo, pocas certezas se tienen.

Se manifiesta con una coincidencia de síntomas que ocasionan gran incomodidad. Se caracteriza por dolor y molestia asociados a cambios en las deposiciones -puede ser estreñimiento, diarrea o la alternancia entre ambas-, así como flatulencias y distención abdominal.

Hay múltiples teorías sobre su aparición, pero ninguna está comprobada. Aunque tiene síntomas claros, se presentan de manera diferente en cada persona y por eso hay también diversidad de tratamientos. E, incluso, hasta varias formas de llamarla.

Popularmente se le conoce como el colon irritable, pero su nombre más acertado y con el que se le identifica científicamente es Síndrome de Intestino Irritable (SII), puesto que afecta a todo el intestino y no solo al colon, que es apenas una de las porciones del intestino grueso. Por eso, es fácil confundirla con otras enfermedades causadas por virus o intoxicación y generar angustia en los pacientes ante la idea de que es muy grave y que puede desencadenar asuntos más difíciles de tratar.

Pero, de acuerdo con Constanza Rodríguez, coordinadora del Servicio de Gastroenterología de la Clínica Juan N. Corpas, el síndrome no está relacionado con otra enfermedad ni es un factor predisponente para desarrollar alguna más difícil. “Sí genera alteración de la calidad de vida, pero de ahí no se va a llegar a nada más”, dice la especialista.

Por sí sola ya es suficientemente molesta, motivo frecuente de visitas a urgencias, causa número uno de consultas al gastroenterólogo y –de acuerdo con Ricardo Lancheros, especialista en medicina laboral-, uno de los principales motivos de ausentismo en el trabajo. Lo paradójico es que, con frecuencia, es el mismo trabajo el que dispara su aparición. O, más que el trabajo, el estrés laboral.

Sin embargo, la ansiedad no es la única posible causa. Podría tratarse también de malos hábitos, ausencia de actividad física, hipersensibilidad del intestino o incremento en la flora bacteriana, entre otros posibles factores.

“Los cambios en el estilo de vida influyen mucho. Y en ese sentido se recomienda tomarse el tiempo para sentarse a comer tranquilamente, masticar y salivar bien, e incluso darse el tiempo para hacer con calma la deposición”, dice la doctora Rodríguez, quien resalta que en medio del apresuramiento en el que vivimos desestimamos el desayuno y hasta los momentos para eliminar los desechos del cuerpo.irritante

Una alimentación balanceada, que incluya frutas, verduras, fibra y suficiente líquido, puede ayudar a contrarrestar la posible aparición del síndrome, que también puede estar promovido por el exceso de bacterias en el intestino.

Estas ayudan a la fermentación de ciertos alimentos que liberan los gases responsables de la distensión abdominal.
Dado que el síndrome representa cambios en la motilidad del intestino –es decir, en sus movimientos–, la actividad física es un factor importante a tener en cuenta en el tratamiento.

Hay algo incluso más importante: la atención que cada paciente preste a las manifestaciones de su cuerpo, a las reacciones ante los alimentos y las actividades y, por supuesto, al interés que ponga en su propia recuperación.

Así, “cada persona aprende a identificar qué cosas le sientan pesadas y qué cosas pueden ayudarle a sentirse mejor; aprende, finalmente, a manejar sus propios síntomas”, señala el doctor Ricardo Lancheros, quien rescata los remedios caseros, como aguas aromáticas de anís, de apio o incluso solo el agua caliente, como paliativos.

Sin embargo, en términos generales, la atención a los síntomas, la reducción o eliminación de alimentos contraindicados, la medicación para reducir flatulencias, eliminar el dolor o ayudar a los movimientos intestinales en los casos necesarios, y las estrategias para reducir el estrés ayudan a mantener a raya las molestias.

Qué sí y qué no comer
Aunque no hay evidencia científica de que algún alimento produzca por sí mismo el síndrome, sí hay algunos que pueden potenciar sus síntomas. Los nutricionistas recomiendan:

> Evitar las bebidas negras y el cigarrillo
> Mantener una dieta saludable, sin excesos ni defectos de nutrientes.
> Consumir bastante fibra y bastante líquido. Si se consume fibra pero no líquido, el efecto es adverso.
> Reducir o evitar las verduras tipo col: brócolis, coliflor, pepino cohombro, cebolla cabezona cruda; tienen compuestos azufrados que acentúan la producción de gases.
> Consumir granos en preparaciones no grasosas. Si se dejan en remojo, cambiar el agua para cocinarlos


Fuente: Revista MedPlus
ED 90
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