Adriana Lucía es mamá de Salomón, un niño sano física y emocionalmente, quien hace apenas unas semanas dejó de tomar leche materna. Esta cantante, que estrena disco, nos cuenta cómo la intuición ha sido la mejor guía en su maternidad.

Tiene 32 años, un hijo de 2 años y un matrimonio que se dio a los 6 meses de noviazgo. 6 discos y 15 años de carrera. Comenzó con el vallenato y hoy se ha ido por otros géneros del folclore colombiano como el porro, el nombre que justamente tiene su nuevo trabajo discográfico: Porro hecho en Colombia.

Adriana Lucía, con una carrera profesional en crecimiento, es apenas una novata como esposa y mamá. Pero nacida en Lorica, Córdoba, en el seno de una cultura familiar y tradicional, se ha dejado guiar por lo que vio en su mamá, su abuela y sus tías: la intuición, el volver a escuchar el cuerpo, hacerle caso al instinto maternal, al que se ha aferrado desde el instante mismo en el que supo sobre la llegada de Salomón.

De ese instinto de madre, de cómo su hijo ha crecido en medio de la salud y el amor gracias a su dedicación para lactarlo, le contó a MedPlus, en el jardín de su casa, mientras su esposo Felipe y su bebé no paraban de jugar.

¿Cómo se enteraron Felipe y tú del embarazo?

Felipe y yo queríamos tener hijos muy pronto, y aunque Salomón sí estaba en nuestros deseos, no fue planeado. Yo me enteré de que estaba embarazada a los 3 meses, ¡cuando estaba haciendo una gira nacional con una marca de pañales! Es el primer nieto de la familia de mi esposo y mía. Siempre soñé con ser mamá y él fue la respuesta a mis oraciones.

¿Por qué decidiste lactar?, ¿lo hizo tu mamá?, ¿en la Costa Atlántica las mujeres lactan?

En la Costa todo el mundo lacta. Mis tías y mi mamá lo hicieron. Pero creo que ahora la gente joven no lo hace. La típica frase es “no me salió”, pero uno debe saber que los senos no son un depósito de leche. Yo me atrevería a decir que el 80 por ciento de la lactancia es disposición. Si hay problemas como que el pezón está hacia adentro, son cosas aisladas que pasan; si uno tiene disposición, todo se acondiciona. Aunque claro, uno tiene que tener buena asesoría de la posición, que el niño tiene que meterse toda la areola, no solo el pezón…

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¿Y cómo aprendiste eso, por ejemplo?

Les doy crédito a las enfermeras. Salomón es prematuro. No se sabe por qué, pero yo estuve 40 días acostada en una cama; entonces, ese tiempo, en vez de usarlo para lamentarme, lo hice para aprender. Yo creo que uno tiene que aprender a oírse uno mismo, porque a mi mamá y a mis abuelas nadie les enseñó. Creo que la clave es confiar en la intuición. Yo me decía: “Si soy música, tengo que oírme y oír a mi bebé”. Yo quería un parto natural y lactar, porque me parece milagroso que un ser humano se forme en otro ser humano, esa es la muestra sobrenatural de la existencia de Dios. Y que un ser humano pueda producir comida para otro, es maravilloso.

Ahora, ¡todo lo que la lactancia da en cuanto al vínculo! Sé que muchas madres no han podido, pero les digo a las nuevas mamás que no se pierdan esa bendición que nos da la vida. Merece la pena hacer todo tipo de sacrificio, que a la final no lo es, porque le estás dando lo mejor de ti. Por eso me encanta un comercial argentino que dice: “Dale lo mejor a tu hijo, dale la teta”.

Ahora, es más práctico lactar. La gente cree que es más complicado, pero yo no tengo que cargar tarros de leche, ni teteros, ni lavar nada, ni esterilizar. Yo solo me he entendido con los teteros cuando le congelé mi leche. La pañalera es chiquita, a cualquier lado vas fácilmente. Es que la gente tiene que aprender a ver la lactancia como algo natural. Por eso le digo a una mamá que esté en proceso o que sueñe con ser mamá, que no se pierdan la oportunidad de tener un parto natural, si pueden. El dolor, el cuerpo mismo te lo hace olvidar y al día siguiente estás como si nada. Tampoco se pierdan de la oportunidad de darle leche a un hijo, de tenerlo abrazado. Lactar es una condición y una predisposición del ser humano.

El otro beneficio además es monetario. Una amiga hizo las cuentas de cuánto se gasta un bebé en sus primeros 2 años de vida y son millones. Y otra ventaja: yo tengo un bebé súper sano emocional y físicamente. Salomón no se enferma de nada. Por ejemplo, los días que le da una gripa, muchas veces los papás sufren porque los niños no quieren comer y hay que darles suero, yo le doy leche y está perfecto. ¡Y qué más digo de lo que se construye entre un bebé y su mamá! Él sabe que lo aman, porque cuando se lacta se les da más amor que leche.

Acabas de quitarle el seno. ¿Cómo ha sido el proceso?

Uno sabe cómo parir, cómo alimentar un hijo. Nos hemos olvidado de escuchar lo que está por dentro, de silenciar las otras voces. Cuando pregunté cómo quitarle el seno, me dijeron que algunas mamás se untan sal o cosas desagradables en los pezones. Pero algo que produce vínculo no puede generar aversión. No hay que hacerlo de manera traumática y tratarlos como seres inteligentes. Yo preparé a Salomón y le dije: “En un mes te voy a quitar el seno”. Y lo mejor, cumplirle lo que se le dijo. Aunque haga pataleta y llore, porque muchas mamás lo calman con el seno, lo importante es cumplirle, tratarlo inteligente y ser radical en la decisión. Le dije: “Se acaba esto, pero vienen cosas maravillosas”. Lo más importante de todo es asumir que los niños son seres muy inteligentes, no objetos.

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