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Más de una decena de personas murieron hoy en los bombardeos y los combates que libran el ejército de Yemen y los rebeldes hutíes en la capital Saná, donde la sede de la televisión oficial resultó parcialmente incendiada.

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Se conoció que en un hospital de la capital había al menos siete cuerpos, mientras que fuentes médicas informaron que otras seis personas fallecieron en un bombardeo a un mercado en el barrio de Al Yaraf.

En este barrio se encuentran las oficinas de la televisión nacional de Yemen, que son blanco de los ataques de los combatientes hutíes desde el jueves pasado y de las que en esta jornada se elevan columnas de humo.

Los enfrentamientos se extendieron además a las proximidades del Ministerio del Interior, situado en el distrito de Al Hasaba.

Otro punto de combates es el cuartel de la Sexta Región Militar, el más importante de Saná, cuyo control los hutíes intentan tomar desde ayer.

Los rebeldes chiíes consideran que las fuerzas que se encuentran en este cuartel son leales al general Ali Mohsen al Ahmar, acérrimo enemigo de los hutíes y simpatizante del partido suní Reforma Islámica.

La escalada de la violencia ha causado la suspensión de las clases en la Universidad de Saná y en otros cuatro centros privados cercanos.

El Ministerio de Educación ha anunciado además que todas las escuelas permanecerán cerradas a partir de mañana, domingo, y hasta nuevo aviso.

Decenas de familias se han visto obligadas también a abandonar sus hogares y han huido a otras zonas más seguras en la capital o a otras poblaciones.

El enviado de la ONU para Yemen, Yamal Benomar, que pidió ayer un alto el fuego «inmediato», mantiene una reunión con el presidente yemení, Abdo Rabu Mansur Hadi, para impulsar un acuerdo que ponga fin al conflicto.

Desde el comienzo de la crisis el mes pasado han sido numerosos los intentos por llegar a un acuerdo entre ambos bandos, pero todos han fracasado.

Los hutíes exigen la formación de un nuevo Gobierno, en el que estén representados, y el restablecimiento de los subsidios a los combustibles, aunque para las autoridades estas demandas son solo una tapadera a sus intentos por obtener más poder.

El propio Hadi denunció ayer que la ofensiva de los últimos días demuestra que los hutíes quieren «derrocar al Estado».

Tras alzarse en armas en 2004, los insurgentes chiíes controlan desde 2010 la provincia septentrional de Saada y tratan desde hace meses de ampliar las zonas bajo su dominio. Saná, 20 sep (EFE).

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