Los líderes mundiales se enfrentan a múltiples barreras en sus esfuerzos por llegar a un acuerdo sobre las políticas de emisión de gases de efecto invernadero. Un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Arizona (ASU) consideraba que, sin estimaciones independientes, globales y consistentes, de dichas emisiones, los acuerdos climáticos permanecerían cargados de errores y visiones parciales.
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Ahora, un equipo de investigación internacional liderado por científicos de dicha universidad ha desarrollado un nuevo método para estimar las emisiones de CO2 procedentes de la quema de combustibles fósiles, que proporcionará información crucial para los responsables políticos.

El método, denominado Sistema de Asimilación de Datos sobre Combustibles fósiles (FFDAS), se ha utilizado para cuantificar 15 años de emisiones de CO2, hora a hora, en todo el planeta, y a escala de ciudad. Hasta ahora, los científicos han estimado las emisiones de gases de efecto invernadero a escalas más grandes o utilizado técnicas menos fiables.

Los investigadores han dado a conocer el nuevo sistema en un artículo publicado en el Journal of Geophysical Research.

El FFDAS utiliza información suministrada por satélites, la contabilidad de combustible de cada país, y una nueva base de datos mundial de centrales de energía, para crear mapas del planeta de alta resolución. Estos mapas proporcionan una evaluación científica e independiente de las emisiones de gases de efecto invernadero del planeta, algo que los políticos pueden utilizar y el público puede entender.

«Con este sistema estamos dando un gran paso hacia la creación de un sistema de observación mundial de los gases de efecto invernadero, algo necesario mientras el mundo debate la mejor manera de cumplir con las reducciones de gases de efecto invernadero», explica Kevin Robert Gurney, investigador principal y profesor asociado de la Facultad de Ciencias de la Vida, en la nota de prensa de la Universidad Estatal de Arizona. «Ahora podemos ofrecer a todos los países información detallada sobre sus emisiones de CO2 y demostrar que el seguimiento científico e independiente de los gases de efecto invernadero es posible.»

‘Luces nocturnas’

El equipo de investigación combinó información obtenida en el espacio sobre las «luces nocturnas», una nueva base de datos de población, estadísticas nacionales sobre el uso de combustible, y una base de datos mundial sobre plantas de energía para crear un mapa de las emisiones de CO2 desglosado por hora, año y región.

«La precisión de los resultados ha sido confirmada por datos independientes, obtenidos en Estados Unidos», asegura Salvi Asefi-Najafabady, autora principal del artículo e investigadora postdoctoral en ASU. «Esto nos hace confiar en que el sistema está funcionando bien y puede proporcionar información útil, y relevante para la política.»

«Esta es una herramienta increíblemente útil para los encargados de formular políticas nacionales e internacionales y para que el público tenga una idea de si las estrategias para reducir los gases de efecto invernadero son eficaces», explica Jennifer Morgan, directora del Programa de Clima y Energía en el Instituto de Recursos Mundiales, una organización de investigación mundial. «Sirve como un enfoque complementario a las metodologías actuales de cálculo. Ya no habrá un retraso en la comprensión de las últimas tendencias de los gases de efecto invernadero».

Los resultados multianuales también muestran el el dramático aumento de las emisiones de CO2 en China y el Sur de Asia. Es decir, que los datos regionales ofrecen perspectivas sobre la actividad económica a escalas en las que los datos económicos tradicionales estaban limitados.

«Solían ​hacer falta años para reunir todas las estadísticas sobre las emisiones de CO2», recuerda Peter Rayner, investigador principal de la Universidad de Melbourne (Australia). «Con este sistema podemos actualizar nuestros mapas de emisiones cada año. Da una imagen rápida de los esfuerzos para controlar el cambio climático».

El equipo incluye también a la Universidad Estatal de Colorado, y la Universidad de Purdue (Indiana), ambas de Estados Unidos, entre otros centros de investigación. El proyecto está financiado por la NASA.


Fuente: tendencias21.net

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