Gareth Bale (c) y James Rodríguez (2-d), al término de la final del Mundial de Clubes ante San Lorenzo disputada esta noche en el Gran Estadio de Marrakech, en Marruecos. EFE

Cuando el árbitro guatemalteco Walter López Castellanos marcó el final del partido las lágrimas y los cánticos fueron un denominador común en los simpatizantes de San Lorenzo que se dieron cita en la mítica intersección de las avenidas San Juan y Boedo, en el centro de la ciudad de Buenos Aires.

Gareth Bale (c) y James Rodríguez (2-d), al término de la final del Mundial de Clubes ante San Lorenzo disputada esta noche en el Gran Estadio de Marrakech, en Marruecos. EFE

Gareth Bale (c) y James Rodríguez (2-d), al término de la final del Mundial de Clubes ante San Lorenzo disputada esta noche en el Gran Estadio de Marrakech, en Marruecos. EFE

Esa emoción que sintetizó la euforia y la algarabía de haber disputado la final del Mundial de Clubes junto con la
decepción y el lamento por haberla perdido ante un Real Madrid implacable.

Apenas pasado el mediodía en el histórico lugar de reuniones de los simpatizantes de San Lorenzo, los colores azul y rojo fueron brindándole un marco de final al mítico barrio porteño de Boedo.

Tanto en esta esquina como en el bufete del estadio, ubicado en el Bajo Flores, la ilusión de poder conseguir un triunfo histórico marcó la antesala de la final.

Como sucedía con aquellos que habían recorrido 9.061 kilómetros hasta Marrakech, los cánticos fueron una constante para mitigar la espera hasta el partido.

Al momento del ingreso de los equipos al estadio toda la euforia estalló en un grito.

A esa altura nada importaba: ni los 106 años de historia del ‘Ciclón’, ni la primera Copa Libertadores obtenida en agosto pasado, ni que el rival fuera el poderoso Real Madrid español.

«Vengo con mi hijo de apenas un mes y medio para que sienta la pasión que tiene su padre y su abuelo por San
Lorenzo. Nosotros tenemos la ilusión de poder ser campeones del mundo», le dijo Diego a Efe con su hijo Ignacio en brazos antes del comienzo del partido.

La primera media hora de juego, en cada uno de los bares de la esquina de las avenidas San Juan y Boedo, fue de euforia porque el marcador continuaba en cero y la esperanza de ‘la hazaña’ seguía viva.

Sin embargo, el tanto de Sergio Ramos de cabeza marcó el primer golpe a esa ilusión que terminó de derrumbarse en la segunda etapa con el tanto del galés Gareth Bale.

Los minutos finales, con el resultado definido, le permitieron a los simpatizantes azulgranas asimilar la derrota y comenzar con el reconocimiento a esta plantilla que escribió en este 2014 la página más gloriosa de la institución.

«Contento es otra cosa, pero me voy satisfecho porque creo que el equipo puso lo que tenía que poner, lo que había lo puso, y después está la realidad. No me iría satisfecho si hubiese habido cobardía o no hubiese habido actitud, pero sí que hubo y por eso me voy conforme», comentó Ramiro Gigliotti tras el encuentro.

«El Real Madrid venía con mucha grandeza y le demostramos que no es así, le jugamos de igual a igual. Ronaldo, que era supuestamente la imagen, no apareció. Nos llevamos en el corazón a estos cuervos», añadió Diego Barranquedo.

Tanto Diego como Ramiro sintetizaron la sensación del simpatizante de San Lorenzo que, una vez finalizado el partido, se fue a las calles para celebrar este gran año.

La sensación agridulce de las lágrimas era la mezcla perfecta entre decepción por no haber podido conquistar el título del mundo, pero con la satisfacción por haber dado la cara en la final ante el poderoso Real Madrid. EFE

Compartir:
  • Comentarios

  • Anuncio