La delegación de las FARC en el proceso de paz pidió perdón a las víctimas de la masacre de Bojayá, en la que murieron 79 personas en mayo de 2002 a causa de un proyectil lanzado por la guerrilla; y retiraron su disposición de lograr la paz con el alto el fuego indefinido anunciado ayer.

DIÁLOGOS DE PAZ EN LA HABANA

«Con ello buscamos recoger el inmenso clamor de paz de la nación entera», dijo «Pablo Catatumbo» (alias de Jorge Torres Victoria), después de la reunión que mantuvo con representantes de las víctimas de Bojoyá, una pequeña localidad del Chocó habitada fundamentalmente por comunidades indígenas y afrodescendientes.

El guerrillero recordó que la tragedia se produjo por «el desvío de un proyectil artesanal» dirigido a la posición paramilitar en ese lugar, que «provocó la desgracia y el infortunio» de caer sobre la Iglesia donde se refugiaba la población, donde murieron 79 personas, entre ellos 48 menores.

«Desde entonces este hecho nos ha dolido en el alma guerrillera», dijo «Catatumbo» y admitió que pedir perdón «no devuelve a ninguna de las personas que perecieron ni borra el sufrimiento».

La guerrilla resaltó su compromiso por resarcir ese daño en la medida de lo posible, no sólo reconociendo su responsabilidad, sino con acciones «reparadoras y transformadoras» en las comunidades afectadas.

El representante de las víctimas de Bojayá, Leyner Palacios, rememoró los «hechos luctuosos» del 2 de mayo de 2002, en los que «la población se llenó de pánico», ante los enfrentamientos armados que se sucedían entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y grupos paramilitares.

Para Palacios, la responsabilidad de este suceso es compartida por las FARC, que «lanzó la pipeta»; por los paramilitares, «por utilizar la población como escudo humano»; y del Estado «por desoír las alertas y su connivencia con las fuerzas paramilitares».

Palacios se comprometió a trasladar las disculpas de las FARC a los habitantes del Bojoyá, pero recordó que «el perdón tienen que venir de cada víctima, de cada superviviente de manera individual».

«Las FARC deben mostrar actos concretos que manifiesten su constricción ante este hecho», reclamó.

«Estos hechos no pueden repetirse no la continua victimización de nuestras comunidades», reiteró.

La masacre de Bojoyá, acaecida el 2 de mayo de 2002, conmocionó a la población civil y marcó un punto de inflexión a partir del cual se recrudeció el conflicto armado en Colombia entre las FARC y las fuerzas estatales y paramilitares.

Se entró en la fase de mayor confrontación en el conflicto, tras el fracaso del proceso de paz del Caguán y en plena implementación del Plan Colombia, con la presencia sobre el terreno de unas fuerzas rebeldes y paramilitares fortalecidas y de asistencia militar extranjera para el Estado. EFE

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Redacción Minuto30

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