Cuando se visitan las redes sociales, se observan participaciones de todo tipo, con base en ellas, se puede definir un patrón o mejor un hilo conductor de los sentimientos de muchos de los que allí participan.

Francisco Javier Saldarriaga

Se observan personas con una gran sensibilidad que se duelen de lo que sucede en el mundo y en especial con los niños. Hay poetas y muy buenos, también se aparecen, de cuando en vez, sociólogos, arquitectos de la vida, vendedores no faltan y ponen sus productos a disposición de quienes allí entramos, pero el común está conformado por seres de a pie, que tenemos esa herramienta que nos da la modernidad, para saber del pensamiento y conocer las opiniones sobre el diario acontecer. De hecho si se quiere saber qué está pasando no se lee un medio tradicional.

Se invitan a marchas contra las farc, se hacen y se muestran los testimonios gráficos de su ocurrencia con frases alusivas a la mordaza que tiene establecida el régimen dictatorial que se entroniza poco a poco, también se expresan dolores de patria, se apoyan causas a favor de enfermos, se hacen comentarios sobre la capacidad matemática de la ministra de educación que muy seguramente consiguió su grado de bachiller por correspondencia y, en fin, en esas páginas nos muestran el humor, la estupidez y la calidad humana. Todo se conjuga puesto que el anonimato, en muchos casos, permite mostrar las más tenebrosas pasiones y sentimientos de los seres humanos.

El crecimiento acelerado de los informativos virtuales ha generado un detrimento sustantivo en los que hasta hace poco se consideraban los detentadores de la información y generadores de opinión. Ellos en vista de lo que ha ocurrido se inventan formas y pretenden atajar a los que conociendo esas bondades de la información virtual y al minuto quieren incursionar en este campo, pero su rigidez y su ideología los mantienen rezagados.

Siempre llegan tarde porque sus competidores informan con lo que espontáneos les envían usando los teléfonos celulares o las tabletas. Ellos no se fijan si la noticia es buena o mala para el gobierno y si afecta o no sus intereses, de hecho su crecimiento se debe a que cuentan los hechos como los ve el común de las gentes y es por eso que su credibilidad va en crecimiento y la de los tradicionales día a día se pierde en el lodazal de la mermelada.

Ahora la información está de inmediato y es gratis. De hecho muchos de esos medios no tiene editoriales que definan su ideología; ellos publican las opiniones provenientes de diversas corrientes y así sin cálculos políticos inciden en la opinión general de sus seguidores. Para ellos es muy importante esto de los seguidores y por ende no tiene compromisos con grupos políticos o camarillas soterradas y sórdidas del poder central.

Día a día se incrementa una posición de rechazo a las políticas del actual gobierno y esto se corrobora con muchas de las noticias que, a pesar de la censura, se leen en los diversos medios de comunicación.

Bueno todo esto para concluir que en esas redes y en esos medios virtuales se palpa el rechazo a las cortes, el fiscal, el presidente, sus ministros, el congreso y en especial esos enmermelados de la unidad nacional, las censuras.

Esas reacciones son consecuencia de una desconfianza generalizada, sentida por la gran masa de colombianos que no compartimos ni aceptamos, el comportamiento entreguista de los arrodillados ante las veleidades de un premio inicuo, cuando queremos acallar al monstruo del terrorismo.

El mayor dolor de esta semana se da cuando los señores de las cortes ratifican un fallo que absuelve Timochenko y Márquez del reclutamiento de menores y después el fiscal da a entender con sus anuncios, con bombos y platillos, que buscará la manera de ocultar las condenas por crímenes de Lesa Humanidad a los narcoterroristas. Eso clama al cielo y así se demuestra en las redes sociales.

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Redacción Minuto30

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